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Eduardo Benedetti nos cuenta su maravillosa experiencia en Japón y la profunda admiración de siempre hacia el judo, el arte marcial que ama.
Sensei Eduardo Benedetti comenzó la práctica a los 11 años. Una tarde de marzo del 1973 cuando su mamá le dijo: “Nene hoy empezás judo”. Allí conoció a su primer maestro Daniel Cabrera; del 73 al 81 practicó sin interrupción, de sol a sol y llegó a ser subcampeón metropolitano en 1978.
En 1981 da examen para 1er. Dan en la escuela Ramón Falcón y en la mesa estaba a cargo de Hitoshi Nishizaka. Al año siguiente ingresa a la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, donde se dedicó a pleno a su carrera y empezó a practicar con el Sensei Yamamoto en el Club Universitario de Buenos Aires en donde actualmente dicta sus clases. Durante sus estudios de medicina la práctica del judo fue sumamente costosa.
Benedetti se recibió de médico y realizó la residencia de cirugía en el Hospital Aeronáutico donde dio clases de defensa personal a sus compañeros. La especialidad de cirugía era full time y se le complicaba la práctica fluida. Cuando terminó la carrera y se recibió de cirujano, retomó su actividad del judo y de ahí en más se dedicó a pleno. Ingresó nuevamente en la Federación Metropolitana de Judo y viene trabajando incansablemente en el área educativa hasta la actualidad.
Estos son los párrafos más salientes de la entrevista que me concedió muy amablemente y las fotos que nos comparte de sus viajes a Japón.
«Por motivos deportivos conocí un país maravilloso como es Japón«
Surge el primer viaje a Tokyo en julio de 2012 y repito el mismo viaje en el 2014 y 2015, por supuesto que ya estoy organizando mi cuarto viaje en el 2016.
Allá en Tokio me alojo en la casa madre del judo mundial llamado Kodokan (la «casa del camino de la sabiduría»), lugar soñado por todo aquel que practica judo donde se encuentran los mejores judokas del mundo ya sean maestros de larga experiencia y competidores más jóvenes pero campeones del mundo y medallistas internacionales.
«En referencia a la personalidad y la cultura del pueblo japonés, resulta agradable en las pequeñas cosas«
Ante todo debo decir en referencia a la personalidad y la cultura del pueblo japonés, resulta agradable en las pequeñas cosas como, por ejemplo, preguntar un determinado lugar y ser acompañado por ese transeúnte al lugar que le solicité, desviándose de su destino y retornar al mismo una vez que me ubica donde yo deseaba ir.
Lamentablemente uno cae sin querer en la comparación y realmente nos han hecho sentir como en nuestra casa en todos los ámbitos que he conocido en Tokio.
Verdaderamente he visto respeto, orden y una predisposición admirable por parte del pueblo japonés en general, donde cuando uno pregunta algo el japonés se preocupa mucho para que se lo entienda.
«Honestidad, orden y solidaridad son básicos en el pueblo japonés«
Y también un punto importante a destacar es la honestidad. Recuerdo que en el primer viaje un miembro de la delegación se olvidó el celular en el asiento del tren, con gran preocupación al día siguiente fuimos a la oficina de objetos perdidos y estaba el celular tal cual lo había perdido, eso sumado a una serie de detalles, como por ejemplo se ven bicicletas sin candado sin ningún medio de seguridad en cualquier parte.
El orden y la solidaridad son básicos en el pueblo japonés, es característico los paragüeros en la calle para las personas que se olvidan el paraguas en su casa y de golpe empieza a llover, sacan el paraguas y cuando llegan a destino lo dejan en ese destino para alguna otra persona que tenga la misma contingencia.
En fin hay muchísimas cosas, pequeños detalles y no tanto que hacen que uno se enamore del pueblo japonés, de sus costumbres y pretenda volver eternamente. Y así será.”
«En mis viajes absorbo la técnica y fundamentalmente la filosofía del judo»
En 1998 siendo ya cinturón negro me reintegro a la actividad deportiva enteramente y sin pausa logrando actualmente mi 6to. Dan y mi Maestría en la actividad, maestría ayudada no sólo por mi tenacidad sino por mis viajes a Tokyo donde absorbo técnica y fundamentalmente la explicación formal y la filosofía del judo de los maestros.
Personalmente me cambió la visión de tantos años de práctica y es la experiencia que transmito día a día en mi Argentina. Estuve con Daigo Sensei, máxima autoridad del judo mundial; una experiencia inolvidable haberlo conocido por su humildad y sabiduría.
Una anécdota que lo ha marcado a fuego ocurrió en el 2014 conoció a Midori Chiba 9° Dan y le comentó en un inglés básico su admiración por él y por Shiro Yamamoto y le contó que es un apasionado por los «kata«, especialmente por koshiki no kata. Él lo miró y se llenaron los ojos de lágrimas agradeciéndole dicha dedicación y admiración. Este sensei lo abrazó muy fuerte y le pidió sacarse una foto. Es maravilloso sentirse en un lugar tan sagrado como en su casa. Envió un mail a Chikara Kariya, quien es el encargado internacional de relaciones y le comentó de su viaje en el 2016 y le contestó que será muy bienvenido. Su meta del año es volver a Japón para dar el examen del kime no kata con el maestro Fabian Rodríguez Basso que es muy amigo del Sensei Eduardo Benedetti e integra la Federación Bonaerense de Judo.
Un gran representante que nos orgullece que sea argentino y que ponga tan alta la consideración de nuestro judo nacional en el mismísimo Kodokan.
Para este periodista ha sido un honor haber conocido a una gran persona y a un judoka de una calidad internacional que trascendió las fronteras de nuestro país.
