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A los 26 años, Daniela Bustos se desarrolla plena en el arte marcial que ama. Su pareja es una eminencia dentro del Karate Okinawense, el Sensei Cristian Lugani, 7°Dan de la misma escuela. La joven karateka es empleada y su hobby es la natación. Se destaca en la gran técnica que posee para realizar los Katas (formas). Su vida gira en torno al Karate y en su perfeccionamiento constante. A través de esta nota quisimos mostrar cómo es el enfoque de una practicante mujer en este mundo de las Artes Marciales.
El Karate suele ser considerado para hombres por la rudeza y la fuerza. ¿Por qué eligió este arte marcial habiendo otros deportes y actividades?
A mis 6 años empecé karate y al mismo tiempo probé muchas actividades deportivas. Pero ninguna me gustaba ni me hacía tan bien como practicar este arte marcial.
¿Qué conocía del Karate?
Dentro de lo que puede entender un niño, sabía que era un arte marcial de Okinawa (Japón), que se enseñaban técnicas de defensas y golpes, y que para un karateka no existe el primer ataque. Con esas pautas, empecé.
¿Quién fue la persona que la introdujo en el mundo de este arte?
La persona que me llevó al mundo del karate fue mi papá, Mario Bustos, que era el profesor.
¿Por qué eligió la Escuela Renshukan?
Como dije anteriormente, mi profesor era mi papá. Él era alumno directo del Sensei Pedro Fattore, creador de la escuela Renshukan.
¿Ha sentido alguna vez el aislamiento en la práctica por ser mujer?
En cantidades, predomina el practicante hombre. Pero hay un gran número de mujeres también. En estos 20 años de práctica nunca sentí ningún tipo de aislamiento ni desprecio de mis compañeros. Tal vez porque siempre entrené de igual a igual, demostrando que las mujeres tenemos las mismas capacidades y condiciones que los hombres. Por ejemplo, cuando ellos nos superan en fuerza, nosotras utilizamos la técnica. Siempre quise demostrar que una mujer también tiene fuerza y que puede ser ruda y delicada a la vez.
¿Cómo se considera como practicante?
Me considero una simple practicante que busca aprender y perfeccionarse día a día, no sólo en lo técnico, sino también en lo racional.
¿Cómo se considera como Sensei?
La palabra “Sensei” tiene un gran significado y se utiliza para los maestros. Yo recién estoy dando mis primeros pasos en la docencia. Doy la clase de los niños en el Dojo Campana, en donde actualmente soy alumna del Sensei Cristian Lugani. Como docente me considero una aprendiz que trata de transmitir lo que tanto le apasiona.
¿Cómo se desenvuelve en una sociedad agresiva habiendo aprendido Karate?
Agradezco haber aprendido karate porque aparte de formarme físicamente, también lo hizo mentalmente y me dio el autocontrol y la paciencia. Creo que eso me ayuda mucho en los momentos difíciles que presenta la sociedad actual.
¿Qué le aportó el Karate a su vida?
El karate me ayudó físicamente, tanto en la estabilidad, el equilibrio, la elasticidad, coordinación, velocidad y potencia; mentalmente, dándome concentración y un buen nivel de autoestima; y por sobre todo, me formó en lo personal, marcando algunos valores como la humildad, la perseverancia, el autocontrol, la cortesía y el respeto.
¿El Karate le ha fortalecido el espíritu y su carácter?
Totalmente. Con la práctica constante se logra tener la mente limpia, el cuerpo sano y el espíritu rico, para estar en total armonía con uno mismo.
¿Tiene alguna anécdota que la haya marcado profundamente? ¿Considera al Karate como indispensable en su vida?
Para mí el karate es mi vida, y agradezco día a día haber elegido este camino. La verdad no me imagino mi vida sin el karate. Lo vivido en 2009, cuando viajé junto a 11 compañeros a Okinawa, el lugar de origen de mi amada arte marcial, fue único, divertido e inigualable. Empezando por el excelente grupo humano que formamos, conviviendo minuto a minuto por 15 días; siguiendo por la satisfacción de tomar clases con el Sensei Minoru Higa, director mundial de nuestra escuela Kyudokan; y por último, el honor de haber participado en un mundial. Fue una excelente experiencia.
¿Qué objetivos se plantea en el Karate y en su vida?
Nuestra escuela Kyudokan desde Okinawa tiene un lema, KYUDO MUGEN, que significa “la vía del aprendizaje no tiene fin”. Así que mi principal objetivo es hacerle honor, practicando y aprendiendo hasta el fin de mis días. Actualmente, como estoy transitando una etapa competitiva, volver a competir en un mundial en Okinawa sería otro de mis objetivos.
Las mujeres se encuentran en un rol muy activo dentro de esta sociedad, en donde la práctica del Karate les brinda cómo desenvolverse en situaciones límites y poseer el autocontrol necesario para sortear estos problemas. Y por sobre todas las cosas, el Karate nos permite cultivar la paciencia y ser mejores personas día a día. Más allá del reacondicionamiento físico, nos nutre y nos fortalece el espíritu y el carácter.
El Karate es una filosofía de vida y persigue fines muy importantes como la paz ante la violencia, el respeto, la paciencia, y el cuidado del compañero de práctica. El fin nos lleva a transitar por un camino en armonía y equilibrio.
Muchas gracias Daniela Bustos por la nota y por seguir ese camino de los que amamos el Karate y las artes marciales japonesas.
Foto de portada: La karateka Daniela Bustos.
