El curador, profesor e investigador cubano Amaury A. García Rodríguez realizó una muestra de Kabuki y estampa japonesa del siglo XIX en el Museo Nacional de Arte Oriental ubicado en el Palacio Errázuriz-Alvear de la Ciudad de Buenos Aires. La muestra se inició el 3 de junio y seguirá hasta el 24 de julio.
Alrededor de 80 personas asistieron a la charla, donde Amaury mostró imágenes variadas del ukiyo-e del período en el cual el shogunato Tokugawa se encontraba en el final de su poder, antes de la Restauración Meiji (1868).
Las ilustraciones pertenecían a la ciudad de Edo, actual Tokio, donde los artistas pintaban a prostitutas o mujeres bellas, actores del teatro popular kabuki, guerreros, paisajes, arte erótico del momento e inclusive seres sobrenaturales.
Finalizada la muestra, los participantes pudieron hacer preguntas y sacarse dudas al respecto. Lo que más le interesó y llamó la atención a la gente fue el «shunga», el subgénero del ukiyo-e que retrata lo erótico y las relaciones sexuales en el Japón del 1700 y 1800. Justamente es aquello que más ha estudiado Amaury Rodríguez.
Tuvimos la oportunidad de entrevistarlo, nos contó un poco más acerca de la exposición, de cómo llegaron las obras al museo y su trabajo como curador e investigador de arte japonés del siglo XIX.
¿Cómo surgió la idea de esta presentación?
Nació en el 2013 cuando vine en agosto por un evento académico que se organizó en la Universidad Nacional de La Plata. Yo ya había oído sobre el Museo de Arte Oriental, pero me habían dicho que estaba cerrado. De casualidad, hablando con una persona que me encontré en Internet por otras razones, vi que ella puso que colaboró aquí y le dije, «¿pero cómo, si está cerrado?». Me respondió que ya había reabierto pero que no tenía sede ni director, como continúa actualmente, y le comenté que me interesaba saber si tenían ukiyo-e. Me dijo que sí y me pasó el contacto de Anush Katchadjian para que yo aprovechara mi venida y tratara de ver algo.
Anush estaba encantada de que viniera y que viera la colección. Fue una visita relámpago aunque estuve 4 horas donde me enseñaron toda la colección de ukiyo-e. Fue muy rápido todo, ver la piezas y a partir de ahí nace la idea de Luis y Anush de pensar en una exhibición futura. Me preguntaron si quería participar como curador. Les dije que sí, con mucho gusto, pero que primero había que trabajar en la identificación y catalogación de las piezas porque se tenía una información mínima, sin título, sin nada.
En el 2015 me dicen que querían que cure una exposición con los ukiyo-e, y para hacer eso tenía que determinar cuál era auténtica y cuál no. En marzo de este año, aprovechando que iba a dar conferencias aquí, y que mi centro de trabajo me financió, vine e hicimos en tiempo récord un levantamiento digital. Me llevé todo a México y pude trabajar en el proceso de selección y catalogación. Hasta el momento, sólo está catalogado el grupo que está aquí, porque era lo que urgía para armar la selección. El 80% pertenecen a actores de kabuki y en el museo hay 80, pero todavía quedan otras 80 más por catalogar.
¿De dónde salieron las piezas que se hallan en el museo?
El museo tiene cerca de 3.600 piezas, no sólo de Japón, sino de muchas otras partes del mundo en varios formatos. Es decir, hay esculturas, marfiles, muebles, etc. Entonces esta es una parte del grupo de los ukiyo-e y son un legado donado en la década del 70 por Torres Vertucci, un coleccionista y compositor argentino. Es un terreno que todavía falta investigar.
¿Cuáles fueron los objetivos de la muestra?
El primero fue sacar de los almacenes un grupo importantísimo de estampas en muy buen estado de conservación que aporta muchísimo al mundo del teatro kabuki y del ukiyo-e en general. Algunas habían sido exhibidas otras veces, pero sin información y tampoco se había hecho una exhibición temática. Esto sirvió para hacer visible un poco más al museo que, hasta ahora, ha estado sin mayor atención por parte de las autoridades, un museo que necesita sede urgentemente, personal, presupuesto, una figura legal, director, porque tiene una importante colección de arte oriental en América Latina.
Esto ayuda a que la gente conozca sobre el museo, su trabajo, sus colecciones y también sobre la cultura japonesa. Sirve para conectar al público argentino con una manifestación visual de la cultura popular japonesa que sigue viva en el caso del kabuki, y para la que también haya puntos de relación con la Ciudad de Buenos Aires.
El título, «Aires de Kabuki», que fue una idea de mi mujer, tiene esa relación: «aires», por Buenos Aires. Porque es una ciudad que tiene una actividad editorial y teatral como la tuvo Edo en su momento.
Justamente hablando de la gente, ¿qué elementos no se deben pasar por alto, en especial para aquellos que no conocen nada acerca de este tema?
Creo que en ese sentido, la mayoría de las láminas de apoyo museográfico que pusimos estaban encaminadas hacía allí. Algo que puede parecer muy aburrido, como una sucesión de cuadros, de rostros de actores de teatro de kabuki con nombres que no conocemos, al cabo de 5 o 6 es lógico que aburran porque no hay puntos de contacto.
Por eso, lo que no se debe pasar por alto son los comentarios de las piezas, los apoyos museográficos que brindan a la gente un poco más de herramientas para descubrir cosas en la estampa, que de otra manera, les sería mucho más difícil. Por supuesto, otra cosa que no se debe pasar por alto son las piezas en sí mismas.
¿En qué se basaron las charlas?
Fueron dos charlas. Una se dio el viernes 3 [de junio] y otra hoy [martes 7 de junio]. La primera fue una charla general para que sirviera como entrada a esta época sobre la relación entre el mundo editorial y la ciudad de Edo, como espacio donde nace una cultura popular urbana muy particular, que es la que a su vez da lugar al teatro kabuki y a la estampa.
La segunda charla se basó en el mundo de las estampas de guerreros y seres sobrenaturales, historias de aventura que también aparecen en el ukiyo-e y en el teatro kabuki.
¿La literatura en general y pinturas eróticas ingresaban dentro del mismo estilo?
La literatura impregna todo porque las estampas son parte de la producción editorial. También se hacía producción literaria y de libros ilustrados en esa época. La estampa erótica o literatura erótica fue de los productos genésicos de este mundo.
La gente de esa etapa histórica lo consumía sin problemas. Los editores eran los encargados de todo el negocio, definían qué se iba a hacer, contrataban a un ilustrador, un escritor, porque eran ellos los que estaban al tanto de lo que el mercado demandaba.
Eran ellos los que lo comercializaban. En el caso de lo erótico, la manera más común de circulación era a través de la renta. Había muchísimas librerías de préstamo en donde la gente iba y rentaba por tres días un libro ilustrado: lo veía, leía y regresaba nuevamente. Como lo que es la casa de renta de películas actual.
¿Por qué el kabuki era lo que más se retrataba?
Porque era el teatro popular de ese momento. Así como la estampa popular era la variante visual de la cultura popular del momento, y la literatura era la variante escrita, el teatro era la variante teatral más popular de la época. Porque trataban historias que tenían relación con la vida de la gente de ese momento.
¿Ya había sido curador de una muestra parecida en algún otro lugar?
Sí, en el 2013 curé en México, en el Museo Carillo Gil, una exposición no únicamente dedicada al kabuki. Era la colección de Carillo Gil de estampa japonesa que también se quiso re-actualizar y lo que se exhibió fue una selección muy diversa en cuanto a temas que, además, dialogaba con obras de arte contemporáneo. Era una exhibición de ukiyo-e con obras de arte contemporáneo que tenían relación con la estampa japonesa.
Después vino otra en el Museo de Bellas Artes de La Habana, mucho más chica: era una sala muy pequeña, con unas 30 o 40 piezas. El tema era sobre los guerreros, y fue la primera muestra temática con piezas del museo.
De estas demostraciones, ¿qué es lo que más le llama la atención?
El proceso de catalogación es el más pesado, pero es el más interesante. Para mí, es el que más me divierte. Soy investigador, ese lado no lo puedo obviar. Es mi lado fundamental. Soy un investigador que ocasionalmente hace trabajos como éstos, sólo de estampa japonesa.
¿Hay algún objetivo para hacer otra cosa más adelante?
Mi primer acercamiento a nivel investigación fue con la estampa japonesa y en particular con el «shunga». Estoy abriendo también otros espacios referidos a Japón del siglo XVII, XVIII y XIX. que es acerca de lo que estudié. En otros ámbitos no me siento competente.
¿Cómo es el proceso catalogar y buscar información? Me imagino que es un trabajo bastante arduo.
En primer lugar, se debe sacar la información que las piezas tienen, que en este caso sería leer. Para ello, uno tiene que saber el idioma, si no sabés japonés no podés hacer nada. A partir de ahí vendrá mucha información necesaria para la catalogación.
En segundo lugar, en casos complicados de piezas que no tienen muchos registros escritos, se debe consultar a especialistas sobre tus dudas en particular o comprobar con otras colecciones en otros museos o comparar obras entre sí.
De esta manera uno puede tener una primera entrada de quién puede ser el ilustrador. Después, junto con la fecha, que se puede leer también en la pieza, habría que ir a libros y bases de datos que están todas en japonés donde vienen registradas las presentaciones de kabuki que se hicieron en tal o cual momento, y luego vienen otras cosas más.
¿Cómo nació este interés por el arte japonés?
Bueno, quizás cuando yo empecé a estudiar la Licenciatura en Historia del Arte de la Universidad de La Habana. Me interesó el arte asiático y después de terminar la carrera, empecé a trabajar en el Museo de Bellas Artes de La Habana que tiene una pequeña colección de ukiyo-e. Ahí fue donde nació mi interés.
Finalmente, en 1997 me fui a México para estudiar una maestría en estudios japoneses en el Centro de Estudios Asia y África de El Colegio de México, donde actualmente trabajo.
¿Qué objetivos tiene a futuro?
Mis objetivos a futuro son trabajar, seguir investigando en los ámbitos que me gustan, porque disfruto lo que hago. Sobre los proyectos de exposiciones, en lo único que estoy trabajando, es en la posibilidad de llevar a México y también en el continente americano una exhibición de shunga. Esperemos que todo salga bien y ya sería para el año que viene o el otro.
Amaury ya se encuentra en su país de residencia y Alternativa Nikkei tuvo la oportunidad de hacerle esta entrevista antes de que se despida de Argentina. Esperamos tenerlo aquí nuevamente para que pueda mostrarnos y enseñarnos más acerca del arte japonés.