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RYŪKYŪ GEINŌSAI: EL FESTIVAL ARTÍSTICO DE LA CULTURA OKINAWENSE

El domingo 12 de mayo se celebró el Ryūkyū Geinōsai en el Centro Okinawense en la Argentina. La última vez que se había realizado este festival fue hace más de 30 años, cuando el Centro Okinawense tenía su sede en la calle Argerich, se realizaba de forma interna y lo disfrutaban los inmigrantes y sus hijos. Contó con la presencia del Sr. Embajador de Japón en Argentina Don Hiroshi Yamauchi y el Representante Residente de la Oficina de JICA en Argentina Don Hiroyuki Takeda, quien aprovechó la oportunidad para difundir entre el público las becas de capacitación e intercambio en Okinawa que JICA ofrece ahora también a la comunidad no nikkei. Además resaltó las actividades de difusión que la Agrupación Argentina de Cooperación Nikkei de Ex becarios de JICA (AACONI) lleva adelante para la divulgación de la cultura okinawense en Argentina.

Fue un espectáculo integral con más de 75 artistas en escena brindando demostraciones de música, baile y tambores. La música y la danza constituyen las principales expresiones artísticas que se han transmitido y se preservan firmemente en las comunidades okinawenses de los países de inmigración.

 

El Reino de Ryūkyū duró 450 años como territorio autónomo, y durante su existencia la vida intelectual y artística de la nobleza así como la del pueblo se transmitió mediante la poesía, el teatro y la música. Además, las formas de danza introducidas siglos antes desde el sudeste asiático y China se mezclaron con las danzas folclóricas locales heredadas del pasado.

La música del Ryūkyū se puede dividir en dos grandes categorías: la folclórica denominada min’yō y la clásica koten, que es la proveniente de la corte.

Con la disolución del Reino, muchos artistas de la corte fueron obligados a dejar el área de Shuri y asentarse en otras áreas, por lo que las expresiones artísticas clásicas se extendieron a nivel territorial y adquirieron popularidad en las áreas rurales.

 

El Ryūkyū Geinōsai se inició con la agrupación Nomura Ryu de Argentina, que interpretó las piezas musicales clásicas Kadjadefu, Unna bushi y Gu in bushi, interpretadas inicialmente en la apertura de las celebraciones ante el Rey de Ryūkyū. También acompañaron la danza Kadjadefu interpretada por ex becarios de Okinawa representando a Okiryukai; Kashikaki y Kume no Shima, interpretadas por la escuela Miyagi Ryu Kazumi No Kai; las piezas Wakashu Zei y Deegu nu hana interpretadas por Tamagusuku Ryu Oniwa Kiku no Kai; y Shochikubai interpretada por Tamagusuku Ryu Tsubura no Kai.

También estuvo presente el Grupo de Estudios del Ryukyu Koto; y la filial Argentina de la escuela Tamagusuku Ryu Shosetsu Kai interpretó las danzas Nubui Kuduchi y Kudai Kuduchi; mientras que Ryuseihonryu Yonamine Erica no Kai interpretó Unaijima.

 

En Okinawa las expresiones folclóricas se originaron en relación con los rituales religiosos, ceremonias asociadas a las actividades agrícolas y para pedir a los dioses por buenas cosechas.

El Ryūkyū Geinōsai brindó la oportunidad de integrar lo clásico y folclórico en un mismo festival y recordarnos acerca de la idea de chanpurū, que nació a partir del intercambio con los países de la región en los tiempos de Ryūkyū y permaneció como concepto que celebra la mezcla de culturas.

La agrupación Ryukyu Sapukai interpretó la canción Tinsagu nu hana; y Cecilia Murata junto a Rafael Kanagusuku interpretaron Ashibi Shonganee. La danza que celebra la alegría por la prosperidad y abundancia en la cosecha que representa la pieza Warabe no kuicha estuvo a cargo de la escuela Tamagusuku Ryu Tsubura no Kai. Entre representaciones tradicionales clásicas, el grupo Ryukyukoku Matsuri Daiko interpretó Eisa Shinka, Miruku Munari, y acompañó la danza Kadjadefu que expresa que la alegría máxima de la vida no es comparable a una flor en su plenitud, sino que es como una flor que está a punto de abrir sus pétalos al recibir el rocío matinal.

Silbar también es parte de la música de Okinawa. La presentación de Ryukyukoku Matsuri Daiko adquirió una volumetría envolvente gracias los silbidos desde el fondo de la sala.

 

Hacia el final, la agrupación Ryukyu Sapukai junto con representantes de la escuela Nomura Ryu interpretaron la canción Asadoya Yunta, originaria de la isla de Taketomi para dar lugar al kachāshī, momento en que se invita a toda la audiencia a bailar con los brazos en alto para celebrar y dejarse llevar por la alegría del momento.

Más de 300 personas disfrutaron de la danza y la música okinawense, y probablemente todos salimos de la sala agradeciendo en silencio. Y deseando que pronto se repita.

 

 

Melina Gioia Oshiro nació en la Ciudad de Buenos Aires. Es nieta de una pareja formada por un inmigrante okinawense y una hija de inmigrantes italianos. Es Arquitecta egresada de la UBA y cuenta con estudios de Maestría en Gestión y Planificación del Transporte. Se desempeñó por más de doce años en el ámbito de la arquitectura y la planificación de la movilidad tanto a nivel nacional como internacional. Obtuvo el premio “Joven Destacado Nikkei 2022” en el área “Profesionales” de la “XXXVII Edición de los Premios Joven Destacado Nikkei 2022” otorgado por el Centro Nikkei Argentino. En el año 2023 viajó a Okinawa en el marco de una beca de capacitación para la sociedad nikkei otorgada por JICA. Actualmente se encuentra cursando el último año de la Tecnicatura en Cultura y Lengua Japonesa del Instituto Nichia Gakuin.

 

Acerca de victoria nakazato


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