El pasado 28 de octubre se llevó a cabo un avant premiere muy especial de Dollhouse: Muñeca Maldita, la nueva película de terror dirigida por Shinobu Yaguchi, reconocido por sus comedias Waterboys y Swing Girls. En esta ocasión, Yaguchi cambia de registro y se adentra en un thriller psicológico con alma japonesa, donde el miedo se mezcla con la emoción y la belleza visual característica del J-horror.
Una noche inolvidable para los amantes del terror
Desde la entrada al Cinemark de San Justo se respiraba un ambiente distinto. Los asistentes recibieron números para sorteos, combos de snacks con nachos, bebida y una edición limitada de Dr. Lemon Black Cherry. En el lobby los esperaba Aya, la inquietante muñeca protagonista, ideal para selfies que muchos no pudieron resistir.
Antes de la proyección hubo sorteos de remeras, pósters exclusivos, vasos promocionales de El Conjuro 4, latas de Stitch edición Halloween e incluso una cena para dos en un bar temático. Todo en una atmósfera vibrante y anticipando la llegada de Halloween. Pero el verdadero impacto vino cuando se apagaron las luces y comenzó la película.
¿De qué trata Dollhouse?
La historia sigue a Kae Suzuki (interpretada por la talentosa Masami Nagasawa), una mujer que, tras la trágica pérdida de su hija Mai, encuentra consuelo en una antigua muñeca que tiene un asombroso parecido con ella. Sin embargo, cuando la familia tiene una nueva hija, Mei, y parece haber superado el duelo, la muñeca queda en el olvido. Pero, de repente, la muñeca reaparece en sus vidas, trayendo consigo una serie de sucesos extraños y perturbadores que comienzan a desestabilizar la tranquilidad familiar.
Lo cotidiano se transforma en un laberinto emocional y sobrenatural, donde cada nuevo acontecimiento lleva a los personajes al borde del caos. Yaguchi, con maestría, mantiene una tensión constante a lo largo de la película, guiando al espectador desde el dolor más profundo hasta el miedo más visceral, todo sin recurrir a sobresaltos fáciles. Cada giro en la trama revela una nueva capa de misterio, llevando al desenlace final a un lugar entre el asombro y la reflexión.
Entre el miedo y la tradición japonesa
Más allá del terror, Dollhouse: Muñeca Maldita muestra una rica cultura japonesa. Uno de los momentos más memorables de la película hace referencia al Ningyō Kuyō, o Funeral de las Muñecas, un ritual ancestral en el que los japoneses se despiden de sus muñecas o peluches en templos similar a la cremación, creyendo que estos objetos tienen alma. Por ello, se agradece a las muñecas por los recuerdos que compartieron y por haber protegido a los niños que las cuidaron. Es una ceremonia que fusiona lo espiritual con lo emocional, un homenaje a la conexión entre las personas y sus objetos más queridos.
Este ritual, con su profundidad emocional, da un significado aún más poderoso al viaje de la protagonista. La película no sólo explora el horror psicológico, sino también una reflexión profunda sobre el vínculo entre lo humano y lo inanimado, entre el amor y la pérdida.
A la vez, Dollhouse no renuncia al humor: incluye una divertida parodia de los populares “cazadores de fantasmas”, que aligera la tensión con ironía y frescura. Sin embargo, el alma de la película es Aya, la muñeca creada por el especialista en efectos Kakusei Fujiwara, inspirada en la legendaria muñeca Ichimatsu de la era Edo. Su rostro cambia según el ángulo y la luz, generando una sensación de inquietud constante, acentuada por el maquillaje y los efectos prácticos que fascinarán a los amantes del cine artesanal.
Escenarios con alma: Las muñecas en Japón
El rodaje se realizó en locaciones espectaculares: el parque Arasaki de Yokosuka, con su vista hacia la bahía y el monte Fuji, y la misteriosa isla Chiringa-jima en Kagoshima, que solo se conecta con tierra firme cuando baja la marea. Estos paisajes refuerzan la atmósfera melancólica y claustrofóbica de la historia.
Las muñecas japonesas, presentes desde la era Jōmon, nacieron como objetos de culto, se convirtieron en amuletos protectores y evolucionaron a juguetes y luego Dollhouse rescata esa herencia ancestral y la transforma en un relato moderno sobre el apego, la pérdida y la delgada línea entre amor y obsesión, en el medio de problemas actuales de la sociedad japonesa.
No la abraces. No la despiertes.
Si te atrae el terror psicológico con trasfondo emocional y cultural, Dollhouse: Muñeca Maldita es una experiencia que no te podés perder. Su atmósfera tensa, sus giros inesperados y su profunda reflexión sobre el duelo la convierten en una joya del cine japonés contemporáneo.
Se estrena en Argentina el 6 de noviembre, y también llegará a distintos países de Latinoamérica.
“No la abraces. No la guardes. No la despiertes. No la ames.”
Dollhouse: el terror que late detrás de cada recuerdo.
Según una espectadora: «Me sorprendió mucho la forma en la que se fue desarrollando la historia, era muy intrigante y se iban descubriendo cosas que cambiaban la perspectiva completamente. Cada vez que pensaba que la película iba a terminar ahí, o que el misterio ya estaba resuelto, aparecía algo nuevo y que tenía sentido.»
FICHA TÉCNICA
Título Original: ドールハウス (Dollhouse)
País: Japón
Idioma: Japonés
Versiones: Dobladas y Subtituladas
Duración: 109 minutos
Género: Horror
Año: 2025
Dirección: Shinobu Yaguchi
Elenco: Kôji Seto, Tetsushi Tanaka, Ken Yasuda
Trailer: Link
Por Tomoko Aikawa
Imágenes: Tomoko Aikawa
Tomoko Aikawa es Licenciada en Estudios Latinoamericanos y Lingüística hispánica y es Especialista en Gestión Logística, Calidad, y Comercio Internacional con orientación en alimentos. Además, es intérprete, traductora, profesora de japonés y español. También es periodista y corresponsal de medios japoneses. Oriunda de Hiroshima. Es Embajadora de Hiroshima por la paz. Es Asesora Internacional de la Red de Alcaldes por la Paz (http://www.mayorsforpeace.org), dirigida por el Intendente de Hiroshima mediante la Fundación Sadako https://www.facebook.com/fundacionsadako/
Es la traductora de «La herencia de la Madre» de la editora Adriana Hidalgo y «Luz y oscuridad: una continuación» (Zoku Meian, 1990). Se trata de la primera novela de esta autora japonesa que permanecía inédita en español, y en la que imaginó un final para la obra de mismo nombre «Meian» (Luz y Oscuridad) que dejó inconclusa con su muerte Natsume Sōseki.
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