La primera vez que leí De qué hablo cuando hablo de correr (Murakami, 2007) sentí que tenía contacto directo con un autor que deseaba transmitir en profundidad determinadas cuestiones. Un sentimiento similar volví a experimentar el pasado 14 de agosto cuando el Primer Ministro Shinzō Abe se dirigió a la nación a través de un discurso televisado. Se trataba de su declaración con motivo del 70 aniversario del fin de la guerra. Claramente Abe no hablaba desde un punto de vista personal ni tampoco hacía referencia a un tema sencillo (algo que sí realiza Murakami). Gran parte del mundo esperó ansiosamente a dicha fecha para evaluar sus palabras. Los términos utilizados y las referencias realizadas tanto al pasado como al futuro son de gran interés.
En su declaración Abe realiza un recorrido histórico desde los momentos previos a la guerra hasta el desarrollo del Japón contemporáneo. Desde un comienzo hasta el final traza una línea que se mantiene a lo largo de todo su discurso: aprender. El Primer Ministro hace referencia al aprendizaje de las lecciones del pasado a fin de construir el futuro. Declaraciones tales como “no debemos repetir nunca más la devastación de la guerra” y “grabar el pasado en nuestros corazones” ponen énfasis en algo que ha sido una política estructural del Japón de posguerra. De igual forma repasa la construcción de un orden democrático interno cimentado en la paz y libertad, el accionar a nivel internacional donde se abandonó el recurso de uso de la fuerza para dirimir diferendos y la búsqueda de prosperidad y desarrollo regional.
El uso de palabras clave de forma minuciosa es una constante a lo largo del discurso. Probablemente demostrando que expresarse de forma rápida y demasiado amplia trae aparejado consecuencias. Esto también es aprender. Durante su exposición surgen en reiteradas ocasiones las expresiones: pasado, futuro, reconciliación, tolerancia, sufrimiento, dolor, paz y condolencias. Respecto de las últimas, Abe realiza referencia a lo que posiblemente sea la cuestión más álgida en relación a sus vecinos. El Primer Ministro reconoce el sufrimiento infligido a personas de diversas nacionalidades, así como también la “dificultad para subsanar el dolor experimentado”. Para ello Abe expresa algo que ha sido una manifestación constante del pueblo japonés: eternas y sinceras condolencias. Algo que sustentado en la tolerancia y el esfuerzo para la reconciliación permitieron un cambio en la posición internacional de Japón y su relación con naciones vecinas.
Cuando Abe cerró su discurso vislumbré que se habían transmitido de forma puntual, y por momentos profunda, determinadas cuestiones que han forjado la identidad del Japón construido en estas siete décadas. En el libro mencionado al comienzo del artículo Murakami expone una frase respecto a la escritura y el correr. El autor expresa: “el punto es si he mejorado o no respecto de ayer”. El punto también podría ser sí Japón ha mejorado o no respecto de ayer. Aquí es donde viene a colación de lo que habla Abe cuando habla de aprender. Nadie puede negar que Japón ha mejorado respecto de hace 70 años, pero el punto parece estar en que esa mejoría se ha basado en el aprendizaje de la historia.