El domingo 30 de junio se celebró el festival cultural Japón celebra Buenos Aires en el Jardín Japonés, en el Parque Tres de Febrero del barrio de Palermo.
El día transcurrió con un cielo gris y un marcado frío, pero ni influyó en la gran cantidad de personas que a cada hora iban sumándose.
A las 10 de la mañana, muy puntual, abrió sus puertas el Jardín japonés y ya comenzó el flujo constante de personas que disfrutaron de esta delicia arquitectónica y cultural como lo es el Jardín.
La primera de las actividades fue la exhibición de tenis para ciegos en la carpa Kyoto-fu. Eduardo Raffetto entrenó a dos de sus alumnos, Roberto Rivas y Verónica Etchegoyen, mientras relataba al público las particularidades de esta disciplina.
El entrenador explicó al público cómo se delimita la cancha para adaptarla al tacto de los jugadores, cómo toman dimensión del campo de juego y algunas reglamentaciones de las distintas categorías que existen para diferentes niveles de disminución visual, entre muchas otras cosas.
El deporte de tenis para ciegos se originó en Saitama, Japón, en el año 1984. A través de este deporte, Roberto Rivas y Verónica Etchegoyen compitieron en el Torneo Internacional en Benidorm, España.
El entrenamiento cerró con la invitación al público a participar de un peloteo para experimentar la sensación de coordinar el oído con la raqueta. Varios se animaron a este desafío.
La pelota en este deporte es más grande que la de tenis convencional, y además de ser más blanda, el interior tiene municiones con un sonido suave y particular. Recordaba a algunos sonajeros para niños.
Al finalizar el entrenamiento hablamos con los deportistas y el profesor que ya estaban preparándose para los próximos dos encuentros en los que van a participar representando a la Asociación Argentina de Tenis para Ciegos: el torneo nacional a realizarse en noviembre en Bariloche y en 2020 el torneo internacional que, por ahora, no tiene aún una sede establecida.
Roberto y Verónica nos confirmaban que el deporte es en serio apasionante y destacaron la importancia de tenerlo a Eduardo Raffetto como entrenador.
Eduardo Raffetto, que además preside la AATC, al escuchar las palabras de sus alumnos, manifestó que verlos satisfechos y motivados es lo mejor que le puede pasar tras 32 años de docente de tenis convencional y 8 para esta disciplina.
Cuando comenzábamos a irnos de la carpa dentro del Jardín, nos encontramos con Eduardo Kiyan, Gerente de difusión de cultura del Jardín Japonés, que nos contó sobre la muy buena recepción del deporte a nivel nacional y el total apoyo que brinda la Fundación Cultural Argentino Japonesa a esta actividad.
Alrededor de las 11:30 ya estaban funcionando todos los stands que se habían dispuesto a lo largo de la Av. Adolfo Berro. Libros, anime y manga, indumentaria, adornos de origami, empresas de turismo y cultura. Y por supuesto incontables foodtrucks con platos típicos de la cultura japonesa.
Sobre la Av. Berro hacia Av. Sarmiento, se dispuso un amplio escenario que fue inaugurado por el Coro del Instituto Privado Argentino Japonés Nichia Gakuin. Interpretaron cuatro canciones, dos típicas japonesas y dos clásicas argentinas, representando de manera exquisita el puente musical entre estas dos culturas. Destacó la prolijidad y el preciso volumen que manejaron en el escenario todo el tiempo.
Tras entonar los himnos de ambas naciones, tomaron la palabra los cuatro funcionarios que posibilitaron y avalaron la realización de este evento. Kazunori Kosaka, Presidente de la Fundación Cultural Argentino Japonesa, Adrian Varela, Director Gral. de Colectividades, Martin Cantera, Director del Parque 3 de Febrero, el Ministro Consejero de la Embajada de Japón en Argentina, Satoshi Hishiyama y Hiroshi Nishiki, Representante Residente de Jica Argentina.
Destacaron las consideraciones de Satoshi Hishiyama, quien se manifestó reconfortado al saber que tras más de 120 años que pasaron desde las primeras inmigraciones japonesas, las costumbres y descendientes de esa cultura están hoy en día perfectamente integrados a la sociedad argentina, no sólo contribuyendo cultural y artísticamente, sino también afianzando las estrechas relaciones entre países y considerándonos ya como socios estratégicos.
Tras la apertura oficial del festival, Alternativa Nikkei tuvo la posibilidad de entrevistar a Kazunori Kosaka y nos contó que tenía dos sueños. Uno era la implementación de Origami en todos los colegios de la Republica Argentina como complemento y ayuda al desarrollo psicofísico del niño. El otro sueño es poder difundir en la argentina una de las características fundamentales de la cultura japonesa: el respeto por el prójimo.
Todo esto fue alrededor del mediodía, momento en el que el público comenzó a pasear por todas las instalaciones y en el escenario comenzó la seguidilla de presentaciones y performances que complementaron perfectamente lo que se quería mostrar: la integración y admiración mutua de las dos culturas.
Las exhibiciones de artes marciales estuvieron a cargo del Dojo Jita Kyoei del Sensei Sebastián Dusetti; Aikidō a cargo de la Organización Argentina de Aikido; y Karate-dō y Kobudō a cargo de los Dojos Ken, filial Villa Martelli. Agregaron adrenalina, emoción y respeto por la precisión, fuerza y poder que estas disciplinas inspiran.
Por supuesto que no podían faltar los exponentes de la música y danza, así que alrededor de las 14:30 comenzó toda una serie de espectáculos que se destacaron por su belleza, originalidad y composición.
Comenzó con la Asociación Japonesa Burzaco que preside la Sensei Masako Nagata con un show de danzas y canciones tradicionales japonesas. Siguió con el despliegue escénico de poder y percusión que mostró el Show de Eisa taiko a cargo de Ryukyukoku Matsuri Daiko.
El Ballet Zapukay, oriundos de Garín, puso la nota folklórica argentina con niños de entre 5 y 15 años que danzaron un largo tiempo con distintos ritmos y figuras tradicionales.
Futaba Daiko de la Asociación Japonesa Sarmiento y el célebre cantante Carlos Uehara presentaron su show de canciones, tambores y danzas en las que se invitó a participar al público para desear prosperidad y buenos augurios.
Previo a su presentación, pudimos hablar con Carlos Uehara y nos contó lo placentero y desafiante que le resultaba participar de un evento de semejante convocatoria. También nos decía lo similares que son el folklore japonés con el argentino, en tanto ambos, generalmente, hacen alusión a la remembranza del amor perdido, el engaño, desengaño o el amor no correspondido, así como también el retrato de paisajes en una lírica. De eso versaba su primera interpretación: los sentimientos y recuerdos de una persona mientras contempla la floración de los jardines de Sakura.
El evento transcurrió en medio de una verdadera sensación de comunidad unida. Un lugar geográfico de Buenos Aires que condensó lo mejor de las dos culturas: Paz, armonía, paciencia, respeto, amistad, admiración por todo lo que significa una cultura tan milenaria como compleja en el parque 3 febrero, Buenos Aires, Argentina.
Sobre Octavio Sosa Luna
Es Locutor de Radio y televisión, egresado del Instituto Superior de Enseñanza Radiofónica (ISER) y Productor integral de radio, egresado de ETER. Oriundo de Mar del Plata, comenzó a interesarse en la cultura japonesa a través del animé, entre otras cosas.