Hace un tiempo había pensado en escribir sobre Hiroshi Shimizu, creo que es un director que todo amante del cine japonés debería descubrir en algún momento. Su cine, plagado de historias cotidianas, engloba una radiografía casi milimétrica del devenir de la sociedad japonesa hacia la modernidad, y sobre todo un retrato muy marcado y personal del período de la infancia, siendo muchas de sus películas protagonizadas por niños.
En cintas como Tokyō Profile de 1953, por ejemplo, enuncia un poco el anhelo de que a pesar de la automatización y la alienación de una existencia cada vez más masificada, pueda seguir surgiendo la impronta humana, la cercanía y la bondad recíproca. Los personajes de Shimizu la brindan voz a una sociedad silenciosa, sus escenarios y situaciones la dotan de un minimalismo poético muy propio de las artes japonesas.
En Arigatō-san de 1936, se nos narra la historia de un conductor de autobús, a quien le dicen “Arigatō-san” por sus constantes muestras de agradecimiento, y sus pasajeros en un trayecto desde un pueblo en el campo japonés hasta Tokyō. En el camino se verán reflejados los dilemas sociales de época, el contraste entre la vida campestre y la despersonalización de las nuevas urbes, la importancia de la autenticidad y el humanismo por sobre los roles sociales y la superficialidad, la búsqueda de un sentido de belleza en un mundo cada vez más frío y monótono y en el que la gente está cada vez más separada. Shimizu nos brinda planos hermosamente construidos, haciendo foco en la vida rural y su gente. Nos habla casi con ternura de una sencillez que debería ser valiosa como identidad social, y nos disuade, basándose en diálogos, de que el mundo íntimo de esos personajes y su viaje se corresponde con esa identidad y que tendría que sobrevivir a cualquier época y cambio. Ya que es esa vinculación (imperfecta, inesperada, cercana, amable) la que nos une con aquello que realmente nos vuelve humanos. Es quizá, un dejo de esperanza que arroja Shimizu con calidez, una reflexión y un deseo de futuro.
Imagen: Criterion
Reseña: @azylath
Letterboxd: Cryana