La llegada de Jorge Luis Borges a la literatura de Japón a edad muy temprana, dejó en el escritor una huella que lo acompañó durante toda su vida.
Su interés en profundizar en la narrativa de este hermoso país, lo llevó a cruzarse con «Los cuentos de Ise» (“Ise monogatari”), relatos escritos por autor desconocido hacia el año 980 inspirados en los poemas de Ariwara no Narihira.
Ariwara no Narihira (825 – 880) fue uno de los mayores poetas japoneses de su época, e incluido por ese motivo en la importantísima antología imperial, llamada “Kokinshuu”; Ariwara pertenecía a la aristocracia japonesa al ser bisnieto del emperador Kammu, quien reinó de 781 a 806 y mudó la capital a Heian, la actual ciudad de Kyoto en el 784.
“Los cuentos de Ise” -cuya edición de Hyspamérica fue prologada por Jorge Luis Borges-, narran, mayormente, legendarias hazañas de amores cortesanos. Son poemas-relatos, característicos de la literatura japonesa, y consisten en versos cortos “tanka” intercalando pasajes en prosa que narran aventuras.
Se trata de 209 poemas tanka, de cinco versos, que en total suman 31 sílabas, distribuidas de la siguiente manera: 5, 7, 5, 7, 7. En ocasiones están agrupados de a dos o tres, y separados por textos breves en prosa. Relatan en total 125 anécdotas. Se usa un estilo elegante, pero en un lenguaje todavía primitivo. Los temas son el amor, la ausencia del ser amado, el desengaño y la alegría del reencuentro. Ise es un pueblo, y Narihira, según expresa Borges, «es un hedonista en un mundo inocente y pagano, no perturbado aún por el Tao y por la recta observación del óctuple camino del Buddha«.
Borges inspirado por la poesía japonesa
“Los cuentos de Ise” fueron citados en el capítulo de “Biblioteca Personal”, un libro de Jorge Luis Borges que vio la luz en1985. Un libro que compila gran parte de las obras que influyeron en la literatura del creador.
Esta huella se hace evidente en el ejemplo a continuación. En algún lugar secreto de la mente del escritor al crear algunos de sus 17 haiku estuvo presente este relato de «Los cuentos de Ise».
Cuento IV
Una vez en Gojô del Este, una persona se alojaba en un pabellón del Oeste del palacio de la emperatriz viuda. Aunque sin ver en eso el fin esencial de su vida, la frecuentaba asiduamente. Hacia el día décimo de la primera luna, ella desapareció repentinamente. El hombre supo dónde paraba, pero como ese era un lugar que no podía frecuentar, vivía sumido en penosos pensamientos. En la primera luna del año siguiente, cuando los ciruelos se hallaban en plena floración, el hombre volvió a Gojô para recobrar los queridos recuerdos del año anterior. Miraba de pie, miraba sentado, pero nada se parecía a lo que había sido. Mientras lloraba ardientes lágrimas, se tendió sobre tablas bastas hasta que la luna se ocultó tras el horizonte y, mientras rememoraba el pasado, compuso este poema:
La luna no es la misma
La primavera no es ya
La primavera de ayer
Solamente yo
No cambié.
En este sencillo cuento: el pasado en el recuerdo, el presente como un paso, el futuro de ardientes lágrimas. El infortunio de la soledad.
Borges escribió los haiku tras sus viajes a Japón y los publicó en su libro “La cifra” (1981). El espíritu de Ariwara no Narihira pareciera haberlo poseído al escribir estos dos haiku; uno que, a mi parecer, iniciaría este cuento:
La luna nueva
Ella también la mira
Desde otra puerta
Y otro que semejaría concluirlo:
Bajo la luna
La sombra que se alarga
Es una sola
Los últimos cuentos de “Ise Monogatari” adoptan un tono más contemplativo, se trata de unos 50 poemas que no pertenecen a la pluma de Ariwara no Narihira. En este ejemplo, la soledad enfrenta al poeta al fin de su propia existencia.
Cuento CXXV
Una vez un hombre que se sentía enfermo tuvo la impresión de que estaba a punto de morir. Compuso este poema:
Que al final
Haya un camino que es obligado seguir
Ya lo había oído decir,
Pero lo que no pensaba era
Que para hoy o mañana fuera.
La experiencia en palabras del escritor argentino traduce la imagen de la vida como pasajera. Para él la vida:
Es o no es
El sueño que olvidé
Antes del alba?
Así también expresa el recuerdo de una premonición, la sensación de lo ineludible:
Algo me han dicho
La tarde y la montaña.
Ya lo he perdido.
Borges, fusión entre Latinoamérica y Japón
Hay en Borges un anhelo de pertenencia, de añadirse como un par entre los nombres y obras que más admira. También, y más elemental: Borges siempre se ha definido ante todo como un lector. «Que otros se jacten de los libros que han escrito«, ha dicho famosamente, «yo prefiero enorgullecerme de los que he leído«… Y por cada idea que se le ocurría, de lo «ya escrito» sin duda acudían a su mente mil resonancias. Esto lleva a pensar que un escritor tiene algo así como un compendio de vivencias y recuerdos que lo trascienden y que asoman, ya sea en la narrativa o la poesía, de maneras misteriosas. Sin importar cuándo, ni cómo ellos se hayan ido almacenando en la memoria.
El cometido de Borges de lograr ser puente entre dos culturas se materializó en la fusión de la milenaria tradición de Japón con la joven e incipiente cultura latinoamericana. Cautivo por el influjo nipón logró devenir un intérprete de las verdades más profundas del país del Sol Naciente.