Copado con el estilo artístico «lowbrow», el arte callejero que fue furor en los años 70 en Los Ángeles, Rockin’ Jelly Bean pasó una década perfecciónandose allí, pero aprendió que no hay nada mejor que ser profeta en su propia tierra.
Rockin’ Jelly Bean es una combinación extraña entre Russ Meyer y Robert Crumb que seguramente trabaja oyendo alguna banda surf perdida de los años sesenta mientras en un televisor reproduce un mix de películas bizarras con el volumen tan alto que las melodías de las guitarras se fusionan con los gritos de cada criatura que aparece delante de la pantalla; no cabe la menor de las dudas.
Este artista tan particular (y no sólo debido a su trabajo, sino a su aspecto ya que en sus apariciones públicas utiliza una máscara de luchador mejicano debido a un supuesto accidente con su motocicleta que le dejó una fea cicatriz) lleva al extremo el color y la testosterona en cada pieza que crea. A tener en cuenta: a Rockin’ Jelly Bean (RJB) le gusta dibujar diablas, porristas, piratas, conejitas, astronautas, pin ups de la década de los setenta, monstruos y una gran variedad de helados y chocolates. Además, destacan sus esculturas para la compañía Marvel y sus diseños de remeras para bandas de la talla de Rolling Stones o Velvet Revolver; o para el film Evangelion 2.0 you can (not) advance.
Como si fuera poco, en Harajuku (Tokyo) y en Nagoya, RJB tiene sendas boutiques dedicadas pura y exclusivamente a vender sus productos.
Hablar de un artista que se empeña en ocultarse no es tarea fácil, por eso, a continuación; trataré de crear una biografía con los pocos datos que se conocen de su vida: desde temprana edad ─influenciado por mangakas como Osamu Tezuka o Leiji Matsumoto─ empezó a dibujar. Más tarde, formó parte de la banda surf “Jackie & The Cedrics” como bajista (para los curiosos que quieran ver el rostro de un joven RJB basta con buscar algunos videos en Internet).
A mediados de la década de los noventa partió hacia Estados Unidos y siguió mejorando su estilo; pero no sería hasta volver a su tierra natal en el 2005 que su carrera lograría explotar por completo; a diferencia de Estados Unidos, la aceptación en su país natal se dio de una forma mucho más espontánea. Una aceptación que no para de crecer.
Excéntrico para algunos, genial para la mayoría, Rockin Jelly Bean ha dejado una impresión que seguro será muy difícil de olvidar; una impresión que continúa evolucionando… y a todo color.