Un libro diminuto, casero que Flor le había regalado de niña a su padre delineó y coloreó su corazón: de trazo fino, bruno, cubierto de un carmesí acuarelado. Dentro, dos triángulos apenas definidos: orejas de gato, asomándose. Flor creció y en Artes Plásticas descubrió el dibujo. La continuidad de ese camino; de ese corazón donde también apareció un punto como …
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Alternativa Nikkei Revista Online de la Cultura Japonesa