En esta fecha se celebra por primera vez el día nacional de tenis para ciegos. Argentina se ubica como pionera en Sudamérica de este deporte nacido en 1984, en Japón, y cada año crece más.
Más allá de los juegos de la plaza donde corretean muchos niños, se escuchan gruñidos, gritos de celebración y un constante tintineo metálico, similar al que hacen las maracas. En la cancha de la Asociación Vecinos Florentino Ameghino, en Boedo, como todos los miércoles se junta un grupo a jugar tenis.
“Me voy a comprar una raqueta solamente para romperla”, bromea uno de los chicos cuando la pelota se va lejos de su raqueta. Los compañeros se ríen, lo alientan. Cada uno de ellos vive el tenis con pasión y alegría, como cualquier otro jugador, la única diferencia es que estos chicos son ciegos.
El tenis para ciegos nació en 1984. Fue creado por Miyoshi Takei, estudiante en una institución para personas no videntes, en Saitama, Japón. Junto a su profesor de educación física lograron adaptar el deporte para personas ciegas y Miyoshi cumplió su sueño de jugar tenis. Esta transformación supo conservar la tridimensionalidad del tenis convencional y para ello el primer paso fue crear una pelota adaptada. La misma se sigue usando y consiste en una pelota de goma espuma amarilla o negra (dependiendo el nivel de la discapacidad visual) con una pelotita de ping pong y municiones en su interior, que hacen un sonido para que los jugadores puedan percibirla y golpearla.
El deporte llegó a Argentina oficialmente hace 8 años, cuando Eduardo Raffetto, actual presidente de la Asociación Argentina de Tenis para Ciegos, y quien era docente de tenis convencional hace 32 años, se encontró con la posibilidad de enseñarle el deporte a dos niñas no videntes. En lugar de negarse a hacerlo, Raffetto le pidió a la señora que le diera unas semanas para instruirse en cómo enseñarle un deporte que es considerado por muchos como intrínsecamente visual.
Luego de investigar en internet, Raffetto da con la Federación Japonesa de Tenis para Ciegos que le proporcionan el manual para enseñar. Así comenzó su capacitación con profesores de educación física que trabajan en el área de discapacidad visual. Así el centro Burgalés, en Caballito, se convirtió en uno de los puntos de referencia para quienes desean iniciarse en este deporte.
El tenis para ciegos se juega en una cancha más pequeña que la convencional, de 12.80 de largo por 6.10 de ancho y se delimita con unas cuerdas pegadas al piso con cinta para pintor, así los deportistas pueden ubicar los bordes. La red está a 90 centímetros del piso. El sacador da la voz de “Ready” y cuando el adversario le responde, es su obligación gritar “play” antes del saque. Las reglas son básicamente la misma, con la diferencia de que se permiten hasta tres piques.
“El primer pique te da la altura máxima y teniéndolo como referencia te determina todo lo que va a venir” cuenta Andrés Terrille, quien practica el deporte hace ya cinco años. “Cuando me llamaron para ir a una clase pensaba que iba a ser una experiencia frustrante. Que me iba a encontrar con una pelota y una raqueta gigante, sin embargo descubrí que es algo mucho más similar al tenis convencional”, Terrille recuerda esa primera clase, a la que asistió por compromiso pero terminó metiéndolo con entusiasmo en el mundo de este deporte.
“Cuando me quedé ciego me frustraban dos cosas: no poder manejar y no poder jugar al tenis”, cuenta Gustavo Alonso, que se quedó ciego a los 45 años. En 2013 descubrió que podía continuar con el deporte que tanto le entusiasma y ahora es parte de la organización Full Tenis, dedicada a enseñar el deporte. Similar es el caso de Moisés Harari, que con 74 años aún elonga al borde de la cancha y conserva el mismo entusiasmo que cuando empezó a jugar a los 22 años, cuando todavía veía. “Yo tenía dos bolsos enteros, con dos pares de zapatillas, dos raquetas y cuando llegaba a casa, sacaba el bolso sucio y guardaba el limpio en el baúl del auto. Siempre estaba listo para jugar”, dice con una sonrisa.
La Asociación Argentina de Tenis para Ciegos nació por la necesidad de institucionalizar el deporte y poder expandir así su práctica a nivel nacional. Según Raffetto, presidente de la Asociación, su mano derecha es la Fundación Cultural Argentino Japonesa, que colabora frecuentemente con ellos en conjunto con la embajada. Gracias al aporte del embajador, Noriteru Fukushima, Raffetto pudo viajar a Japón para capacitarse. “Pude estar donde nació el creador del deporte y quienes me enseñaban eran personas ciegas, una de ellas era el ex presidente de la Federación, la persona que me dio el ok para traer el deporte al país”, cuenta Raffetto.
Japón es la potencia número uno en el deporte, como quedó claro en el tercer mundial de Tenis para Ciegos, en España. El representante japonés, Hirofumi Ono se llevó el primer puesto. Argentina se convirtió en el primer país de Sudamérica en contar con participantes en este mundial. Entre ellos estuvieron Jorge Planes, un cordobés jubilado que juega hace cinco años, quien logró el séptimo lugar; y Roberto Rivas, ex piloto de automovilismo que logró el quinto.
“Espero que esto haya sido el abrepuertas para que en el futuro podamos participar muchos más”, dice Jorge Planes en un momento de pausa en su entrenamiento. “Nosotros tenemos un buen nivel, la única diferencia con ellos, es que pueden entrenar todos los días y nosotros solamente una vez por semana”, agrega.
El año siguiente el Mundial se disputará en Miami y Terrille tiene muy claro su objetivo. “Yo me pongo objetivos por año, el de este año era conseguir plata para viajar”.
Terrille participó en el programa de Telefé ¿Quién quiere ser millonario? Mientras que Jorge Planes aún sigue devolviendo la plata que tuvo que pedir prestada para poder viajar al mundial este año. “Yo soy capaz de pararme último en la fila para que los demás puedan viajar, si alcanza la plata entonces voy”, afirma Planes.
“Me gustaría que el deporte tenga condiciones garantizadas que nos permitiera entrenar más veces por semana y con profesores que puedan ganar un sueldo por hacer lo que les gusta”, reflexiona Terrille que divide su tiempo entre la facultad, su trabajo y demás compromisos. “Si yo consigo un trabajo que me ocupe este horario ya no voy a poder venir, por eso estaría bueno tener una mayor amplitud de horarios”, reconoce.
En el país las clases de tenis para ciegos son gratuitas y en gran parte se basa en un sistema de voluntariados, con poco apoyo del estado. Full Tenis cuenta con cuatro profesores y al menos 15 estudiantes. “El deporte creció muy fuerte, yo empecé con un solo alumno y ahora tenemos más de cien. Hay seis escuelas en el país y si tuviéramos más apoyo, esto se podría, como mínimo, duplicar”, cuenta Raffetto.
Aquellos interesados en saber más pueden contactarse con la Asociación Argentina de Tenis a través de sus redes sociales y con Full Tenis en los siguientes links:
https://www.facebook.com/fulltenisargentina/
https://www.facebook.com/Asociaci%C3%B3n-Argentina-de-Tenis-para-Ciegos-698107933580720/
Nota por Pablo Orrego
Pablo Orrego es un periodista recibido de Eter, escuela de comunicación. Hace cinco años forma parte de Nerdro, un medio especializado en el manga, anime y cultura popular japonesa. Es además guionista y cineasta con conocimientos sobre el mundo de la animación.