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Una Ceremonia de Té desde cerca: 70 años de la escuela Urasenke Argentina

En el marco de los festejos por el 70° aniversario de la escuela Urasenke Argentina, los estudiantes de la práctica de té (chadō) fueron los anfitriones durante 7 ceremonias de té realizadas durante todo el domingo 3 de agosto en Furaibo, cerca de Plaza de Mayo. Fui invitada a presenciar la ceremonia, y desde Alternativa Nikkei quiero contarles cómo fue disfrutar de una taza de té liviano (usucha), un dulce seco y una porción de dorayaki en una mañana soleada.

Nuestra experiencia comenzó con los ojos cerrados, caminando despacio por un jardín. Pisamos las hojas secas. Es invierno, pero no sentimos viento frío en la cara. Nos dirigimos hacia una pequeña casa de té, como una cabaña en el bosque, construida de bambú, madera y papel.

A decir verdad, estábamos sentados con los ojos cerrados en una sala del primer piso de una casa antigua de estilo italianizante donde sirven comida japonesa, a media cuadra de una iglesia católica que fotografían los turistas que visitan Buenos Aires. Una alumna de la escuela Urasenke nos guiaba en el recorrido, relatando los detalles de la ceremonia y sus principios.

Allí, sobre un piso cubierto por tatami fuimos invitados a soñar.

Así comenzó la ceremonia del té.

Desde afuera se escuchaba un tango que acompañaba nuestro recorrido imaginario hacia la casita del jardín. Abrí los ojos cuando nuestro anfitrión ya se disponía a preparar el té, sentado en seiza frente a los utensilios de bambú, el recipiente con agua caliente y el natsume, donde se guarda el polvo del té matcha.

En la ceremonia del té, el anfitrión se relaciona con los invitados a través de los movimientos de su cuerpo. La armonía y tranquilidad que fluye en el ambiente va naciendo a medida que el anfitrión limpia el tazón, vierte el agua caliente, bate y sirve el té.

En esa contemplación silenciosa y compartida, algo empezaba a unirse: en la atmósfera encontré unidad espacial y temporal. Unidad espacial entre las personas y con los elementos: el anfitrión y la columna de vapor que ascendía en espiral desde el recipiente de agua caliente parecieron dialogar como lo hacen el viento y las ramas de los árboles. El momento compartido entre anfitrión e invitados construía una forma de atención mutua: interés y consideración por el otro.

                  Anfitrión de la ceremonia de té (Alumno: Christian Giordano) (Foto: @japonenargentina)

Pero había algo más en la sala.

El tokonoma con su caligrafía y el arreglo floral profundizaban el espacio.

En la caligrafía se leía: “Mushin Nareba Daidou ni Kisu” 無心なれば大道に帰す. Una de sus interpretaciones dice que si logras alcanzar un estado mental completamente libre de preconcepciones y apegos, encontrarás el camino de la verdad, donde no surgen pensamientos ni juicios. Acompañaba la caligrafía una camelia y las flores de mokuren, un tipo de magnolia cuyas flores tienen la particularidad de apuntar todas en la misma dirección.

                                            Tokonoma de la sala de té (Foto: @japonenargentina)

Así, a través de los elementos dispuestos en el tokonoma, todos los alumnos de la Escuela -ya fueran anfitriones, relatores o ayudantes- nos ofrecían otro gesto silencioso.

Al salir de la sala me sobrevino el mono no aware: una pincelada de melancolía por lo que se termina. Ese sentimiento que no empaña el recuerdo, sino que lo resignifica y despierta el deseo de revivirlo, de volver a esa casita en el bosque en la que todos somos iguales frente a una tazón de té.

Cuando salí a la calle volví a escuchar tango y caminé hacia él.

En la esquina, casi en la entrada de la iglesia, un señor con sombrero sentado en un banquito tocaba el bandoneón con una sonrisa.

Y así como las magnolias del tokonoma en la sala de té, todos mirábamos hacia el mismo lado, el único lado que en realidad existe.

                    El exterior de la sala de té.

Agradecemos a Malena Higashi por la invitación.
Participaron los alumnos: Vanesa Ivanoff, Silvina Capristo, Christian Giordano, Marisa Yagi, Esteban Blanco, Alejandra Uema y María Storniolo. La actividad fue organizada y supervisada por las maestras Tsuneko Oshiro y Malena Higashi.

Todos los viernes entre las 10 y las 12 hs se puede presenciar las prácticas de la Escuela en la Embajada del Japón en Argentina, ubicada en Bouchard 547, piso 15, CABA. En caso de estar interesados en practicar chadō, podrán consultar con las profesoras. Para asistir, deberán escribir un correo al Centro Cultural de la Embajada (centro-info@bn.mofa.go.jp). @urasenkeargentina

Nota: Melina Gioia Oshiro (@oshiro_gio en Instagram)
Fotos Gentileza: @japonenargentina


Melina Gioia Oshiro nació en la Ciudad de Buenos Aires. Es nieta de una pareja formada por un inmigrante okinawense y una hija de inmigrantes italianos. Es Arquitecta egresada de la UBA y cuenta con estudios de Maestría en Gestión y Planificación del Transporte. Se desempeñó por más de doce años en el ámbito de la arquitectura y la planificación de la movilidad tanto a nivel nacional como internacional. Además es Técnica en Cultura y Lengua Japonesa egresada del Instituto de Superior de Estudios Japoneses – Terciario Nichia Gakuin. Obtuvo el premio “Joven Destacado Nikkei 2022” en el área “Profesionales” de la “XXXVII Edición de los Premios Joven Destacado Nikkei 2022” otorgado por el Centro Nikkei Argentino. En el año 2023 viajó a Okinawa en el marco de una beca de capacitación para la sociedad nikkei otorgada por JICA.

Acerca de victoria nakazato


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