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Tsukimi: luna de arroz y de taro

El 6 de octubre, los japoneses colocarán tsukimi dango (月見団子), en bandejas de laca negra con bordes bermellón y dibujos en dorado opaco. Una, dos, tres, cuatro bolas de arroz: una pirámide. Esta ofrenda a la otoñal luna más bella es, a su vez, un agradecimiento a la cosecha. La pirámide de esferas dulces se colocará en un lugar espacioso, quizás, sobre las tablas de madera de un corredor exterior, para ser bañada por la luz de la luna. Un florero con susuki (ススキ), cual penachos marfil, ondearán con la brisa: un lienzo otoñal.

Origen del tsukimi dango

“Noche del trece”, “Noche del quince”, “Noche de luna llena”, “Luna de la cosecha”, son algunos de los nombres de la luna de mediados de otoño para celebrar tsukimi: la contemplación de la luna. tsuki” (月) luna, mi” (見) mirar o “jūgoya no tsukimi” (十五夜の月見) “Contemplación de la luna de la decimoquinta noche”.
Era una tradición china apreciar la belleza de la luna el 15 de agosto del antiguo calendario lunar. Costumbres tradicionales provenientes del continente se solían celebrar entre la nobleza de la corte de Heian: “Banquetes de la luna”1.

Desde antaño, se ofrendaba a las deidades para pedir y agradecer por diferentes motivos: prevenir de desastres naturales, una buena cosecha, proteger la salud, pedir por buenos augurios, etc. Orar y ofrendar por una cosecha abundante el 15 de agosto del calendario lunar equivale en calendario actual a mediados de otoño, de allí, sus derivaciones de nombres. “Noche del trece” (13 de septiembre del antiguo calendario lunar), es una denominación que surgió en tiempos pasados, y fue distintivo de la cultura de Japón: celebrar la cosecha de poroto y castaña. En “Tsukimi dango: origen e historia y características”, un artículo publicado en la Página Web Wagashi miryoku, menciona que “La primera aparición del tsukimi dango fue en la época de Edo”2.

En la fuente de información se explica que contemplar la belleza de la luna coincidía con la época de cosecha y debido a esto se realizaban ofrendas: “Que el otoño tenga lugar una noche del 15 de agosto y 13 de septiembre, no es sólo por una luna hermosa, sino que también se superpone con la cosecha del arroz y el taro, etc. Además, se ofrendaban cosas (mercancías/artículos) para pedir y agradecer por una cosecha abundante. En ese caso, lo utilizado era tsukimi dango. Debido a que representa: «Este año también nos alegramos de poder contemplar la luna de otoño sin problema, y agradecemos la cosecha», el tsukimi dango se convirtió en una ofrenda hecha de arroz”3.

Tsukimi dango de Kantō y de Kansai

Esta bola de arroz dulce está relacionada con la cosecha y ofrendarla a la luna y a las deidades era y sigue siendo, un modo de agradecimiento. Además, hay tsukimi dango de taro, tubérculo que crece en las zonas rurales. El que se parece a la luna, de forma redonda, pertenece a la zona de Kanto, y el ovalado, evocando al taro, a la de Kansai. El primero es una bola blanca de arroz de tamaño mediano; el segundo, también es de arroz y está recubierto de dulce de porotos.

Según el artículo consultado, la forma de servirlo también varía según la región. En Kanto se sirve formando una pirámide angosta y alta. En Kansai, se alinean uno a uno sobre una bandeja. “Debajo de una clara y bella luna de un cielo nocturno perfectamente límpido de otoño, ofrendar mochi, adornados con susuki para pasar la “Noche del quince” en un espacio especialmente preparado, tiende a ser una experiencia mística y de exquisito sabor”4.

Además, de los tsukimi dango de Kanto y de Kansai, hay otros tipos como los espolvoreados con harina tostada de porotos dulces o recubiertos con una salsa de soja asada, etc. Este dulce se puede disfrutar no sólo por esta festividad, sino también como en una merienda, acompañamiento de un té, souvenir de regalo, etc.

La leyenda del conejo de la luna y el usagi manjū

“Los japoneses escuchan desde niños la historia del conejo dibujado en la luna y la recuerdan especialmente cuando contemplan su redonda silueta en el cielo de otoño, pero la mayoría desconoce que esta leyenda pertenece a una de las fábulas budistas indias jātaka más influyentes de la historia. Los jātaka pasaron a formar parte de la iconografía cultural japonesa desde temprano. En la edad media gracias a la propagación de budismo, influyeron de manera significativa en la literatura fantástica de carácter sobrenatural, hasta el punto de que las adaptaciones japonesas de estas historias crearon un subgénero literario conocido como honjimono: los relatos indios de origen jātaka en los que se narran las vidas pasadas del Buda histórico –en adelante, buddha Gotama-. Alguna de estas versiones adquirieron gran popularidad en la tradición oral japonesa, como demuestra el hecho de que muchas de ellas se pueden encontrar en obras literarias japonesas tan populares como el Konjakumonogatarishū o el Ujishūimonogatari, entre otras”5.

La leyenda del “Conejo de la luna” cuenta la historia de un conejo, un zorro y un mono que un día se vieron obligados a ayudar a un anciano hambriento. Los tres animales obligados a mostrar su compasión y dejar translucir su verdadero corazón, buscaron alimento para este viejecito. El mono trepó a los árboles en busca de frutas. El zorro cazó algo de carne o peces del río. Ambos, el mono ágil y el zorro astuto, enseguida, tuvieron la intención de saciar el estómago de aquel anciano. El conejo buscó por el bosque pero no logró encontrar nada. Así fue que se le ocurrió, sin dudarlo un instante y mostrando su corazón noble, ofrecerse él mismo como alimento. Encendieron el fuego y dentro de las llamas el cuerpo del conejo se asó. En ese instante, el viejecito mostró su verdadera naturaleza: Buda, quien puso a prueba el corazón de estos animales. Tomó el cuerpecito quedado del conejo y lo alzó hacia la luna. Desde ese momento y hasta nuestros días, existe la creencia de que este conejo, quien satisfizo el hambre del viejecito (Buda) se encuentra machando mochi –bolas de arroz glutinoso- para nunca dejar que nadie padezca hambre6. A partir de esta leyenda también en la festividad del tsukimi se saborea el usagi manjū, bola rellena de dulce de porotos, al que se le dibuja orejas y ojos simulando un conejo.

De esta manera, contemplando la luna más bella de mediados de otoño, los japoneses disfrutan de estos dulces representativos del tsukimi, quizás, cerrando los ojos e imaginando que ese bocado de delicado dulzor es la propia luna blanca e inmaculada.

「名月や
雨戸を開けて
とんで出る」

“La luna llena de otoño
abriendo la puerta corredera
salgo de un salto”

Por María Florencia Zaia
Imágenes: Wikipedia, Irasutoya, Fujiarts, Nippon.com


Sobre María Florencia Zaia

Nació en Luján, Provincia de Buenos Aires en 1976. Es Licenciada en Relaciones Internacionales. En sus comienzos (2006), se vinculó con Japón por trabajo y estudio. Colaboró con el diario “La Plata Hochi”. Estudia japonés desde hace doce años. Siempre tuvo interés por la cultura japonesa y sus valores virtuosos (Bushido). Gusta de su literatura, algunos de sus autores predilectos son Natsume Soseki y Yoko Ogawa.

Referencias

1 https://alternativanikkei.com/las-virtudes-de-contemplar-una-bola-de-arroz-la-luna/ – Artículo donde se describe el banquete de Heian para contemplar la luna y que complementa éste.

2 “Tsukimi dango: origen e historia y características”. Enlace: https://wagashimiryoku.com/wagashi/tsukimi-dango/ – Traducción e interpretación amateur, de quien escribe este artículo. El artículo fue elegido al azar con un único fin educativo.

3 Ídem referencia N° 2. Traducción e interpretación amateur, de quien escribe este artículo.

4 Ídem referencia N° 2. Traducción e interpretación amateur, de quien escribe este artículo.

5 Efraín Villamor Herrero, “Fábulas Budistas –veinte Jātakas-, primera edición marzo 2022, Satori Ediciones, Gijón, España.

6 https://www.youtube.com/watch?v=Txp9pRaNjuM “Yokai y Leyendas” –video de Youtube”. Video ilustrativo y elegido al azar con un fin educativo.

7 Ueshima Onitsura, “Palabras de luz” (Tomoshibi no kotoba), 90 haikus, Ediciòn de Yoshihiko Uchida, Vicente Haya y Akiko Yamada, Libros de los Malos Tiempos, Miraguano Ediciones, 2009, Madrid, España.

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