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Bucear en las profundidades del wabi-sabi: “El limón”

Kajii Motojiro nació en Osaka, el 17 de febrero de 1901 y falleció el 24 de marzo de 1932. Una tuberculosis pulmonar interrumpió su vida, dejando sus obras para la posteridad.

Recuerdo de la infancia lo era cuando su madre le leía en voz alta los clásicos y le recitaba waka. Veinte fueron sus creaciones literarias, y se publicaron en sucesivos números de la revista “Aozora” y otros suplementos literarios.

Algunos hechos de su vida y gustos fueron el haber estudiado literatura inglesa en la Universidad Imperial de Tokio,  sus clases de teatro, la literatura rusa,  el poeta Matsuo Basho, su fanatismo por Natsume Soseki y las pinturas francesas como las de Cézanne. En los baños termales que frecuentaba, conoció a Kawabata Yasunari, a quién llegó a realizarle correcciones al manuscrito, “La bailarina de Izu”. Lanzó junto a otros amigos escritores el primer número de la revista literaria Aozora.

En sus escritos se puede percibir su forma de sentir condicionada por su pesar, la tuberculosis, y por el bagaje de sus gustos: el impresionismo de las pinturas francesas, el lirismo de Basho, y el estilo de Natsume Soseki. Sentimientos como la melancolía, la nostalgia y una profunda tristeza tiñen sus escritos. Rememora la niñez como un tesoro y juega con su imaginación para calmar sus penas. La sombra está presente en la mayoría de sus relatos. Leerlo es hacer una introspección profunda para navegar en su manera de sentir y conocer su mundo. ¿Cómo veía Kajii Motojiro el universo? Sin duda con un espíritu wabi-sabi. Sentía una fuerte atracción por la belleza de lo ruin.

Su obra más conocida, “El limón”, representa un espíritu viviente dentro de sensaciones impregnadas de wabi-sabi.

La narrativa de este relato muestra un fragmento de la realidad del protagonista, ubicándose en un tiempo y un espacio determinado. No se trata de un cuento con una historia argumental con un principio, desarrollo y fin. La riqueza del relato está en aquello que cuenta el personaje, quien realiza una introspección constante y bucea para enfrentarse a estados de ánimo, sensaciones y sentimientos que cambian como un torbellino. Lo que proviene del exterior lo conmueve. Hay algo que determina la profundad y el trasfondo del relato: una enfermedad.

Su prosa está colmada de lirismo. Hasta la expresión más lúgubre, se tiñe de poesía. Repara en los detalles más ínfimos: el color de los envoltorios de los fuegos artificiales. Utiliza los contrastes: la vida y la muerte, la sombra y la luz, la alegría y el sufrimiento, lo moderno y lo antiguo, un pasado feliz con un presente miserable, etc.

A su vez, se puede apreciar cómo el autor le pone atención a la estética –sentido de la belleza de las cosas- por la precisa adjetivación que le da vida a las expresiones. Hay muchos ejemplos dentro de “El Limón”. Tiene pericia al combinar la belleza de lo ruin de un paisaje por lo gastado y derruido, en contraposición con lo nuevo o distante de las avenidas principales. Este sentido de la belleza va unido a un contraste armónico: en lo ruin hay vida. A su vez, juega con los sentidos. Es visual, auditivo, olfatea lo que siente y ve; por momentos parece que estuviera describiendo un cuadro.

La esencia del wabi sabi: “El limón”

Wabi- sabi, dos palabras compuestas que en su origen estaban separadas. Si bien estos conceptos, hoy en día, se relacionan con la estética, las artes y particularmente, con la ceremonia del té, fueron ajustando su significado según los tiempos. En su esencia, éstos representan el espíritu y la identidad de los japoneses ¿Por qué? Porque mediante ellos se puede percibir la plena belleza del corazón en lo incompleto, lo inacabado, lo insuficiente, lo ruin, lo gastado. Palabras como la modestia, la humildad, la compasión, la simpleza, la desolación, el silencio, la tranquilidad, el vacío, el despojo, la austeridad, la esencia, la belleza, el budismo zen, el camino, la búsqueda, el descubrir, etc., caben dentro de este universo wabi-sabi.

Un extraño peso me oprimía el corazón. No sabía exactamente si era ansiedad o disgusto, pero era una sensación parecida a la borrachera, como si hubiera estado bebiendo durante varios días seguidos (…) Ya no podía soportar ni la música ni ninguno de los poemas que tanto me gustaban antes. Aunque saliera expresamente a escuchar algún cilindro fonográfico, no aguantaba sentado más de dos o tres compases”. En su origen, wabi podía expresar el estado del corazón: desolado pero tranquilo, donde el deseo no tiene lugar. El estado de resignación del corazón.

“No sé exactamente por qué, recuerdo que entonces me fascinaban las cosas hermosas con un aire de pobreza. Mis paisajes favoritos eran los barrios ruinosos. Más que las grandes avenidas impersonales, prefería las callejuelas en las que se veían habitaciones desordenadas, llenas de cachivaches, con la colada sucia puesta a secar. En esas calles, que tenían aspecto de estar volviendo lentamente a la tierra, carcomidas por el viento y la lluvia, con sus tapias derruidas y sus paredes inclinadas, sólo mostraban vitalidad las plantas y a veces me sorprendía la aparición de un girasol o un capacho en flor”. Sabi, en su origen, significaba el deterioro por el paso del tiempo. Alude a los contrarios como punto de revitalización.

De difícil traducción, en japonés denota precisión

Hay algunas palabras del cuento “El Limón” que en japonés tienen un significado preciso, pero que al traducirla puede perder parte de su precisión. Me refiero a: “Misuborashikute utsukushii mono” que significa “Las cosas gastadamente bellas”, término que está íntimamente relacionado con el espíritu de Wabi-sabi.

En mi opinión, cuán intenso y simple es sentir a través de un limón. Cuando lo leí por primera vez, sentí una profunda melancolía y nostalgia. Su búsqueda a partir de un sentimiento wabi comienza a bucear en la belleza de lo ruin y en la simpleza de las cosas; hurga hasta en los recuerdos de su niñez…algo que aliviara su pesar o que le diera armonía y pureza. Lo encontró y se colmó de felicidad al ver que sus sentidos contactaban con esa simple fruta. Comulgó así con la armonía.

Por María Florencia Zaia

Fuentes consultadas:

https://kappabunko.com/2014/03/28/limon/  “El limón” en español  (Las citas corresponden a este link, traducción de Pau Pitarch para Kappa bunko)

Kajii, Motojiro, “El Limón”, traducción y notas de Cirilo Iriarte, Erasmus Ediciones 2012, Barcelona, España –libro en versión papel e imagen de la foto que acompaña este artículo.

http://kajipon.sakura.ne.jp/kt/haka-topic20.html

http://wabi-sabi.info/archives/134

Sobre María Florencia Zaia

Nació en Luján, Provincia de Buenos Aires en 1976. Es Licenciada en Relaciones Internacionales. En sus comienzos (2006), se vinculó con Japón por trabajo y estudio. Colaboró con el diario “La Plata Hochi”. Estudia japonés desde hace doce años. Siempre tuvo interés por la cultura japonesa y sus valores virtuosos (Bushido). Gusta de su literatura, algunos de sus autores predilectos son Natsume Soseki y Yoko Ogawa.

Acerca de La Editorial de Alternativa Nikkei


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