El 14 de diciembre de 2014 se llevaron a cabo las elecciones generales a la Cámara de los Representantes del Japón. Los resultados de allí derivados han reconfigurado la arena política.
Cuando en noviembre el oficialismo llamó a elecciones anticipadas, buscó respuestas sociales a sus políticas económicas. En un contexto con incremento del impuesto al consumo y déficit de la balanza comercial, el gobierno de Abe disolvió la Cámara Baja para conocer el parecer de la ciudadanía respecto al rumbo de “Abenomics”. La elección le permitiría mejorar la aprobación social y corroborar el rumbo de sus políticas.
Un oficialismo más fuerte
La coalición de gobierno Jimintō-Kōmeitō fue la gran ganadora al obtener 325 bancas de un total de 475. El resultado implica una mayoría automática de 2/3 para aprobar legislación. Desde la perspectiva electoral, la victoria yace en dos factores. Por un lado, el buen desempeño en cuanto a Single Member Constituency (único representante por distrito electoral). Al tener mayores recursos financieros y una extensa red a nivel prefectural, especialmente en zonas rurales, Jimintō siempre logra imponerse frente a otros partidos.
Por otro lado, se encuentran los Core Voters (base electoral fija). Aquí el fenómeno se extiende a Kōmeitō. Generalmente, ambos partidos tienen una base de apoyo fija de gran peso electoral como sucede en distritos rurales de Hokkaidō y Kyūshū, por ejemplo. Otros partidos, como el Minshutō (Partido Demócrata) y el Ishin no Tō dependen en mayor medida de los Swing Voters (base electoral variable).
Situación actual en la oposición
Minshutō logró obtener 73 escaños, posicionándose como principal partido de oposición. El mismo mejoró su performance electoral respecto de 2012 tanto en la representación única por distrito con 11 escaños más como en la representación proporcional con la que sumaron otros 5 miembros adicionales.
El triunfo también se explica por los votos provenientes del electorado de la centroizquierda moderada. El partido ha obtenido importantes triunfos en las regiones de Tōkai, Tōkyō y Tōhoku (principalmente a través del mecanismo de representación proporcional).
La gran sorpresa la dio el Partido Comunista, que amplió sus miembros de 8 a 21. Acostumbrado a una base electoral fija, en esta oportunidad obtuvo gran apoyo en Tōkyō y la zona de Minami Kantō.
En la elección también hubo perdedores. Los dividimos en tres casos. El primero remite al Partido para las Futuras Generaciones de Takeo Hiranuma, el cual perdió más de 15 escaños. El segundo fue Seikatsu no Tō de Ichirō Ozawa, partido que sólo retuvo dos bancas. Finalmente, las terceras fuerzas políticas han sido las grandes perdedoras. Las divisiones en Nippon Ishin no Tō y las pujas entre Ishihara y Hashimoto afectaron a una fuerza política que tenía posibilidades de crecimiento.
Una breve conclusión
La elección ha beneficiado al gobierno tanto en términos electorales como socio-económicos. La coalición ha obtenido ratificación social, a pesar de la baja asistencia a las urnas (apenas por encima del 51%). Si bien Minshutō obtuvo buenos resultados, la derrota de su líder Banri Kaieda desencadenó la crisis por el liderazgo partidario. Finalmente ¿nos encontramos frente al ocaso de los líderes tradicionales? Los casos de Ozawa, Ishihara, Kan y Hiranuma parecen dar cuenta de ello.