Alternativa Nikkei Revista Online de la Cultura Japonesa
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En el hemisferio sur, más precisamente aquí en Argentina, el invierno continúa bastante “bipolar”, intercalando semanas muy frías con otras templadas y primaverales. Por allá en el hemisferio norte, más precisamente en Japón están sufriendo una ola de calor con elevadísimas temperaturas.
Pero a pesar de las diferencias meteorológicas, lo que tienen en común estas épocas en ambos lados, es el receso escolar, aquí con las vacaciones de invierno (unas 2 semanas que ya están finalizadas para esta altura del mes) y allá con las vacaciones de verano (que se extienden desde el 20 de julio hasta fines de agosto). Además por estos pagos se celebra el Día del Niño, así que todos los pequeños y pequeñas están de parabienes.
Las vacaciones son para hacer aquello que durante el resto del año no pueden hacer o se les dificulta hacer. En Japón, es común salir de campamento, visitar las montañas o el mar, ir a la casa de los abuelos, los chicos y chicas aprovechan para estar en contacto con la naturaleza y con sus familias. Aunque no todo es diversión, hay tareas del cole para refrescar lo aprendido y en general se les pide que lleven un diario ilustrado de sus vacaciones, así luego comparten en la escuela cómo las han pasado.
Aquí también tienen tareas escolares, pero no por ello dejan de disfrutar. Algunos van con sus familias a las montañas, a las pistas de esquí en el sur argentino, otros se irán a diferentes lugares del país o el exterior. Sin embargo, la mayoría de los niños y niñas de las ciudades y suburbios pasan sus vacaciones en la misma ciudad, yendo al teatro, al cine, a los centros comerciales, a los parques de diversiones, a las plazas, a exposiciones, exhibiciones o talleres de actividades.
Lo importante, supongo, es que en cualquier lado, sea aquí o allá, ellos sientan que al menos por un tiempo, las obligaciones propias de su edad (léase, estudiar, hacer la tarea, ir a clases de inglés, de guitarra, “sacarse buenas notas”, “pasar el examen”, etc. etc.) ya no tienen sentido, que vuelven a ser “naturalmente” niños y niñas. Curiosos, revoltosos, caprichosos y hasta insoportables, pero son así, habrá otros más tranquilos y centrados que no causarán gran revuelo en este tiempo de ocio.
De cualquiera manera que sean, los adultos que los acompañamos debemos darle el mejor de nuestro tiempo para aprovechar a conocerlos mejor, escucharlos más, descubrirles otros aspectos y potencialidades, seguramente nos sorprenderemos.
