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El espíritu de Okinawa

 

La Prefectura de Okinawa está formada por un conjunto de islas ubicadas a 550 kilómetros al sur del archipiélago japonés y a distancias similares de Taiwán y de China continental. Desde mediados del siglo XV y durante cuatro siglos y medio constituyó un territorio autónomo incorporado al sistema tributario de China, denominado Reino de Ryūkyū (1429-1879), que también comerciaba a través del mar con el sudeste asiático, la península coreana y Japón.

 

Localización de Okinawa

 

En las islas se hablaba el idioma local uchināguchi. La fuerte relación entre idioma y cultura se deja ver mediante expresiones que representan el corazón del okinawense y mantienen vivo el espíritu de estas islas. La expresión “ichariba chōde” alude a la idea de que cuando personas desconocidas se encuentran por primera vez, incluso por casualidad, se hermanan para siempre y viven apoyándose mutuamente. Este espíritu fue cultivado desde la era del Reino de Ryūkyū, pero lo maravilloso es que quien visita Okinawa hoy puede ver este sentimiento materializado en los comportamientos de las personas. Afortunadamente este espíritu fue transportado por quienes emigraron y puede hallarse en cualquier intercambio personal dentro de nuestras comunidades okinawenses locales.

Los fuertes lazos territoriales y de parentesco arraigados en Okinawa y que se trasladaron a los destinos de inmigración en el extranjero, no cierran las puertas ante lo desconocido. Porque la idea de chanpurū (palabra en uchināguchi que se traduce como mezcla o fusión y da nombre al típico plato okinawense goya chanpurū), nació a partir del intercambio con los países de la región en los tiempos de Ryūkyū y permaneció como concepto que celebra la mezcla de culturas. Se abrazan la cultura tradicional con la moderna, las influencias de las manifestaciones artísticas norteamericanas y la riqueza local de las tierras de inmigración.

Cuando comienzan a sonar las cuerdas de un sanshin, el espíritu del ichariba chōde y el chanpurū adquiere la forma de una enorme sonrisa. Entre la música, la hermandad y la hospitalidad, la manifestación de la alegría llega a un punto máximo con el kachāshī (del uchināguchi kachāsun que significa mezclar), momento en que se invita a toda la audiencia a bailar con los brazos en alto siguiendo las melodías del sanshin. Se dice que en ese momento “los okinawenses se olvidan de ser japoneses”. Se baila fácilmente, sin ataduras, moviendo las manos de izquierda a derecha como si fueran las olas del mar. Allí las distancias entre las personas se acortan y los cuerpos danzan bajo el principio fundamental que guía toda relación humana: una gentileza intuitiva y honesta que nos abraza y nos invita a abrazar.

En 1609 el feudo de Satsuma, aliado político del shogunato Tokugawa (1603-1868) de Japón, invadió las islas y Ryūkyū se convirtió en una parte del sistema shogunal, pero mantuvo una particular relación de subordinación dual, tanto hacia la dinastía china como hacia el shogunato de Japón.

El Castillo de Shuri sede oficial del Reino de Ryūkyū – enero de 2019

 

Después de la Restauración Meiji (1868-1912), por decisión del gobierno imperial japonés se estableció la prefectura de Okinawa, quedando en 1879 bajo jurisdicción exclusiva de Japón.

Por su localización geográfica, su intenso comercio marítimo y su desarrollo histórico particular, las costumbres y manifestaciones artísticas locales se nutrieron de las influencias de otras zonas de la región, generando expresiones culturales ricas y únicas.

Los uchinanchu (como se autodenomina el pueblo okinawense) preservan sus tradiciones en forma activa. Aún interpretan, cantan y bailan canciones que servían para el divertimento en los mo-ashibi, que eran encuentros para distraerse y descansar después del día de trabajo en el campo. Las canciones nacidas en toda la cadena de islas de Okinawa tratan sobre una variedad de temas que van desde letras con enseñanzas para los niños, canciones recreativas sobre la vida cotidiana, hasta muchas otras que evocan la melancolía por la tierra natal que dejaron atrás quienes emigraron. La honestidad de la música de Okinawa genera que, aun sin comprender las letras, al escucharla se despierten sentimientos sin poder determinar una característica específica que nos haya provocado la emoción. La música, así como otras expresiones artísticas okinawenses constituyen una tradición viva que se celebra y aprecia como regalo de los ancestros.

En Okinawa, el culto a los antepasados consolida los fuertes lazos entre las familias junto con la valoración y el respeto a los mayores. También los lazos territoriales entre las personas de un mismo pueblo constituyen una red social única que mantiene unidas a las personas más allá del lugar al que emigren.

 

A partir del Gobierno Meiji, las reformas impositivas y en el régimen de distribución de tierras generaron serios problemas económicos y pobreza, desencadenando un fuerte movimiento de migración al exterior que comenzó en 1899 hacia Hawái y continuó incluso luego de la Guerra del Pacífico. Los okinawenses salieron al mundo tal como lo habían hecho sus antepasados para comerciar, pero, más allá de las motivaciones, en ambos momentos históricos ellos unieron lazos a través de los barcos y construyeron puentes con otros países. Okinawa se convirtió así en una de las prefecturas con mayor emigración al exterior.

Familiares que despiden a los emigrantes a Brasil

 

Hacia el final de la Guerra del Pacífico, en Okinawa se desarrollaron combates en tierra donde quedó involucrada la totalidad de la población civil. La Batalla de Okinawa se inició cuando el poder de los aliados llegó a sus costas con un total de 548.000 soldados (más que la población entera de Okinawa) en 1.500 barcos. Una cuarta parte de la población de las islas murió durante la batalla (alrededor de 140.000 habitantes), excediendo el número de militares caídos. Desde 1945 y durante 27 años las islas quedaron bajo la administración de los Estados Unidos.

En Okinawa la tierra no es una simple superficie de terreno. Es preciosa porque está vinculada al amor por sus antepasados. Sus tumbas, tradicionalmente en las laderas de los montes, son para respetar, adorar y anclar el lugar de su familia en el mundo. Bajo la administración estadounidense mucha tierra fue tomada para la construcción de instalaciones militares. Los okinawenses iniciaron manifestaciones masivas en contra de las apropiaciones y la ocupación, surgiendo un fuerte movimiento de resistencia. En 1972 Okinawa retornó a Japón, pero no cambió la situación en torno a las bases e instalaciones militares establecidas en las islas.

Actualmente, y desde hace varias décadas, la Prefectura busca comunicar mensajes de paz y formar redes de intercambio global que aprovechen su ubicación geográfica para establecer a Okinawa como un centro para la estabilidad y la paz en la región. El espíritu okinawense puede proyectar hacia el mundo esa especial actitud pacífica y amistosa que desde los tiempos del Reino de Ryūkyū transmitía a los navegantes extranjeros que visitaban las islas. Sus crónicas y observaciones acerca de la ausencia de armas, la cortesía y amabilidad de sus habitantes demuestran una fuerte presencia de un espíritu que evita conflictos y valora la paz.

 

Nota: Melina Gioia Oshiro

Foto e Ilustraciones: Rocío Castelo @rroocciiaa

 

Melina Gioia Oshiro nació en la Ciudad de Buenos Aires. Es nieta de una pareja formada por un inmigrante okinawense y una hija de inmigrantes italianos. Es Arquitecta egresada de la UBA y cuenta con estudios de Maestría en Gestión y Planificación del Transporte. Se desempeñó por más de doce años en el ámbito de la arquitectura y la planificación de la movilidad tanto a nivel nacional como internacional. Obtuvo el premio “Joven Destacado Nikkei 2022” en el área “Profesionales” de la “XXXVII Edición de los Premios Joven Destacado Nikkei 2022” otorgado por el Centro Nikkei Argentino. En el año 2023 viajó a Okinawa en el marco de una beca de capacitación para la sociedad nikkei otorgada por JICA. Actualmente se encuentra cursando el último año de la Tecnicatura en Cultura y Lengua Japonesa del Instituto Nichia Gakuin.

 

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