Ya habíamos definido y reservado nuestro destino para las ansiadas vacaciones de invierno cuando mi esposa Cecilia me comenta que Ana Serei (Directora de Alternativa Nikkei) publicó sobre un evento que se iba a realizar en el lugar a donde iríamos. Averiguando por Internet nos dimos cuenta de que nuestra estadía iba a coincidir con la fecha de ese evento y lo agendamos como una de las actividades a realizar.
Llegamos un viernes a una ciudad inmensa, bastante caótica pero llena de vida, donde más de 20 millones de habitantes conviven sin demasiado conflicto, y no sabemos cómo, pero las cosas fluyen.
Decidimos ir el domingo que era el segundo y último día del evento. Desde el Zócalo tomamos un Cabify (como UBER) para ir a la sede de la Asociación México Japonesa, ya que ésta se encuentra alejada del centro de la Ciudad de México. Por suerte habíamos comprado días antes, por Internet y desde Buenos Aires, las entradas del evento porque al llegar al lugar había carteles que decían boletos agotados.
Con nuestra entrada en la mano, como cualquier local, sin hacer notar demasiado nuestra condición de argentinos (no sé si lo logramos), entramos a un predio muy cuidado con excelentes instalaciones y donde se destaca especialmente su restaurante japonés. Un grupo musical tocaba algunos covers de música variada mientras un buen número de visitantes ya se encontraba degustando algún Ramen mientras nosotros tratábamos de adivinar dónde se encontraban los mejores.
El Ramen Fest ocupaba dos sectores al aire libre dedicados casi exclusivamente a dicha comida. Varios stands, cada uno de ellos manejado por un restaurante de comida japonesa de la Ciudad de México, ofrecían un Ramen a su estilo particular. Pudimos degustar algunos de estos con resultado dispar, sabroso uno, no tanto el otro, pero no podemos emitir una opinión general porque para eso… ¡deberíamos haberlos probados todos!
Este evento fue el primero de este tipo y seguramente por ello no fue de grandes proporciones, pero el hecho de que se agotaron los boletos demuestra que hay mucho interés en el público mexicano y por ende el potencial es muy interesante para las próximas ediciones.
Deambulamos un rato viendo otros stands, observando las diferentes actividades que se ofrecían y conociendo el resto de las instalaciones del lugar. Después de probar un refrescante helado de té verde pedimos un UBER y nos volvimos contentos para continuar develando más secretos de la excitante Ciudad de México.
Fotos y Nota por Marcelo Makiya