Momijigari 「紅葉」siendo momiji: coloración de las hojas, y gari o kari 「狩り」 -una de las lecturas por separado-: cazar, recolectar frutos del bosque, frutas como uvas o frutillas, etc. Momijigari significa salir hacia el campo, las montañas para apreciar la coloración de las hojas.
En el primer párrafo del artículo “¿Qué es Momijigari?”[1] se detalla la diferencia en la utilización del “Gari”, si se añade a momiji significa contemplar los colores de las hojas; si se lo usa con una fruta, equivale a recogerla y comerla en ese lugar: “Lo que se llama «Recoger frutillas» y «Recoger uvas» significa que es en ese lugar, donde se disfruta de la recolección y de comer las frutillas y las uvas, pero si decimos “Apreciar la coloración de las hojas” no es algo en que se busca un árbol, se come allí y desde ese lugar se contempla los colores de las hojas”.
Origen de “Apreciar la coloración de las hojas”
En cuanto al origen de nombre “Apreciar la coloración de las hojas”, siempre continuando con la información expuesta dentro del mencionado artículo, nos cuenta que: “En un principio, «Kari» se utilizaba como una palabra con el significado de atrapar fieras. Finalmente, se llegó al punto de incluir la caza de aves silvestres y pequeños animales; además, recoger fruta también se convirtió en «cazar»[2].
Por eso es que permaneció, como el de «Recoger uvas», la forma de usar «Kari» (recoger) se extendió aún más, y así contemplar la hierba con florecillas se convirtió también en «Gari» (Contemplar)”[3].
En cuanto a la apreciación en sí, se dice que comenzó entre las familias nobles de Nara y Edo. Es interesante como entendían este concepto de apreciación antaño porque el significado de contemplar las hierbas con florecillas en verdad era que los nobles recogían las hojas y las miraban. “La costumbre de «Apreciar la coloración de las hojas», se dice que comenzó entre las familias nobles de la época de Nara y Edo. Hay una teoría que dice que lo que se usaba como significado “Gari” (Apreciar), es decir, contemplar las hierbas con florecillas, en verdad, era que las familias nobles recogían las hojas de arce y las contemplaban”[4].
Y nos sigue relatando que había familias que no hacían esto, lo de recoger las hojas del suelo y mirarlas, sino que se quedaban disfrutando de la coloración de las hojas en montañas y valles. Además, entre los nobles se pensaba que: “«Caminar arriba de la tierra no era muy elegante», «ir a contemplar la coloración de las hojas» era una forma de decir, de buen gusto”[5]. “De buen gusto”, en japonés 「粋」”Iki” una palabra muy difícil de encontrar un equivalente en español no solo por sus significados varios, sino por la complejidad para aplicar e interpretar el término.
Lugares de Japón para “Apreciar la coloración de las hojas”
Un lugar con gran popularidad es MItsuishiyama, en la prefectura de iwate. En el artículo dice que el contraste de la coloración de las hojas, como una alfombra roja y el cielo es lo máximo.
Sólo algunas recomendaciones: “El lago que está a una altitud de 2.115 metros en el estanque de Shirakoma en la prefectura de Nagano, las hojas de las Enkianthus perulatus y Sorbus commixta cambian de color, extendiéndose un escenario vibrante. Las montañas de 2.000 metros de Ozegahara rodeadas por un paúl. Desde una calle arbolada se contempla alrededor de toda la superficie la coloración de las hojas y hierbas, es un escenario en el que todo queda completamente cubierto como si fuera una alfombra.
En Tokio recomendamos el Parque Memorial de Showa. Los colores vibrantes de las hojas amarillas de los Gingkos y rojas de los arces, podrá sentir el otoño en todo su cuerpo”[6].
Experiencia personal
Cuando era estudiante en Japón tuve la oportunidad de visitar el Monte Takao 「高尾山」, ciudad de Hachiōji, Tokio, Japón[7]. Recuerdo que fui con un estudiante taiwanés y su amiga. Fue un 21 de noviembre del 2010.
Ese día caminamos bajo un sol como moneda de oro, con sus rayos tornasolados acariciando las hojas bordó, amarillas, verdes, que resplandecían sobre un cielo zarco. Apreciar esa naturaleza era como cerrar los ojos y dejarse llevar por la “Quinta Sinfonía de Beethoven”, siendo las hojas cada una de las notas musicales. El “do” las bordó, las amarillas el “mi”, las verdes el “fa”… Hojas, hojas y más hojas, quizás, cayendo húmedas, adhiriéndose como un recuerdo en el 「心」-corazón-mente- de los visitantes.
Admirar sus templos y santuarios: Yakuō-in, Ōtakisan, Jōren-ji, Kezō-in[8] el gris de sus tejas, el color añejo de la madera, de esos que sólo dan los años, recorrer con la vista sus techos con arcadas onduladas o con terminaciones puntiagudas como los extremos de un sombrero fue algo único.
Ahora que lo pienso, y retrocedo muchos años en el tiempo, creo que esta experiencia que viví fue Momijigari: salir a la montaña, caminar, disfrutar de la contemplación de las hojas y que ese momento se convierta en brotes que germinan en silencio, en el suelo fértil del espíritu.
Referencia de las fotos: visita al Monte Takao, 21 de noviembre de 2010, Hachiōji , Tokio, Japón.
[1]「紅葉狩りってなに?」”¿Qué es momijigari?” en: https://www.suzusho.co.jp/tengu-s/archives/902
[2] Se coloca entrecomillas porque en verdad equivaldría a recoger.
[3] En https://www.suzusho.co.jp/tengu-s/archives/902 Traducción e interpretación amateur del original en japonés.
[4] En https://www.suzusho.co.jp/tengu-s/archives/902 Traducción e interpretación amateur del original en japonés.
[5] En https://www.suzusho.co.jp/tengu-s/archives/902 Traducción e interpretación amateur del original en japonés.
[6] En https://www.suzusho.co.jp/tengu-s/archives/902 Traducción e interpretación amateur del original en japonés.
[7] Ver más información en: https://www.japan.travel/en/spot/2103/ Aclaración: las páginas seleccionadas son al azar, de Internet y tienen un único fin de brindar información y educar a través de un artículo escrito por esta amateur.
[8] Ver más información en: https://www.todosobrejapon.com/monte-takao-japon-desconocido-naturaleza/ Aclaración: las páginas seleccionadas son al azar, de Internet y tienen un único fin de brindar información y educar a través de un artículo escrito por esta amateur.
María Florencia Zaia: Nació en Luján, pcia. de Buenos Aires en 1976. Es Licenciada en Relaciones Internacionales. En sus comienzos (2006), se vinculó con Japón por trabajo y estudio. Colaboró con el diario “La Plata Hochi”. Estudió japonés por muchos años en el Instituto Privado Argentino-Japonés Nichia Gakuin. Siempre tuvo interés por la cultura japonesa y sus valores virtuosos (Bushido). Gusta de su literatura, algunos de sus autores predilectos son Natsume Soseki y Yoko Ogawa.
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