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Teramoto san, ganbatte kudasai

El primer día de este nuevo año recibí la respuesta de una persona cercana que me informó sobre el terremoto que acababa de ocurrir en la península de Noto.

El mismo día llegó una tarjeta de salutación de parte de la Dra. Cecilia Onaha, con quién había cursado algunas clases del “Curso de Historia de Japón” que se dictó el año pasado en la Asociación Japonesa en la Argentina (AJA). Al responder y agradecerle, le comenté a la Dra. Onaha que el terremoto acaecido me recordó el primer artículo de reflexión que ella había dirigida al grupo de estudio ¿Por qué asocié esto con lo sucedido en términos concretos?

El artículo tenía como título: “Tres enfoques sobre la visión japonesa de la vida y la muerte”[1], escrito por el especialista en ciencia de las religiones y crítico, Profesor Emérito Yamaori Tetsuo.

El profesor Yamaori Tetsuo utilizó tres enfoques para analizar cómo los japoneses conciben la vida y la muerte. El primero trata sobre aspectos del cambio climático y ambiental.

A partir de un video que él observó con suma atención, identificó una idea que derivó de un análisis fructífero. El mismo mostraba cómo una avioneta filmaba el archipiélago japonés desde arriba. De acuerdo a la distancia, es decir, si se alejaba o se acercaba, la mente del profesor se iba iluminando para teorizar y pensó: “Y se me ocurrió algo de repente. El archipiélago japonés está estructurado en tres estratos. Alberga una sociedad de bosque y de montaña, una sociedad agraria en torno al cultivo del arroz y una sociedad industrial moderna. Y la propia manera en que nuestro archipiélago está formado en capas superpuestas ha imprimido un fuerte carácter a la conciencia y a la sensibilidad de los japoneses. Estaría la cultura Jōmon, que corresponde al estrato más profundo, la cultura Yayoi o estrato intermedio, y la conciencia y valores modernos, que conforman la capa más superficial. Y esta estructura en tres estratos que afecta tanto al territorio como a la conciencia de quienes lo pueblan es lo que hace posible encarar con flexibilidad crisis como la del Gran Terremoto del Este de Japón del 11 de marzo de 2011, y es también lo que ha generado una actitud de paciente aceptación de la amenaza latente que encierra la naturaleza, y de la irracionalidad de la muerte que en cualquier momento puede derivarse de ella”[2].

Cuando releí los últimos renglones de esta cita textual lo asocié con lo sucedido a la familia de Teramoto san. Este señor perdió a toda su familia directa, su esposa y tres hijos y una hija, y a los familiares de su esposa en un instante, el primer día del año nuevo, debido al terremoto.

Hace unos días, leí esta noticia en International Press Japan “Tragedia en Ishikawa: un padre pierde a su familia completa en el terremoto”[3]. En el artículo se puede leer que la familia de Teramoto san celebraba el año nuevo en la casa de los padres de su esposa, en la ciudad de Anamizu, cuando sucedió el terremoto. En la casa estaban su esposa y sus cuatro hijos (tres varones y una mujer), los padres de ésta y la familia de su hermano menor. Todos fueron arrasados por este estrago de la naturaleza. Teramoto san estaba trabajando.

En un artículo del diario Hokkoku digital cuyo título es:「晴れの日、無情の雪」 “Día despejado, nieve insensible”,「 寺本さん家族7人死亡」 “Fallecimiento de siete personas de la familia del señor Teramoto”[4], leí lo siguiente:

“El día que hubo el terremoto, la familia del Sr. Teramoto, su Sra. esposa Hiromi (53) estaba en Yuigaoka, en la casa de sus padres. La Sra. Hiromi estaba junto sus padres Ueno Yoshihiro (79), la Sra. Harumi (76), Ryusei (24), el segundo hijo varón, Shunki (21), y el tercer varón Kyoya (19), La hermana mayor: Mione (15), el matrimonio del hermano menor de la esposa: Sr. Ueno  Junichi (52) y Sra. Yuko (51) y el pequeño Takuma (8), se contemplaron diez personas en total. Los cuerpos sin vida de padres de la esposa y Shunki  se confirmaron el día 6”.[5]

Trayendo a colación el artículo “Tres enfoques sobre la visión japonesa de la vida y la muerte”, leo lo que el profesor Yamaori Tetsuo pone como ejemplo al mencionar a un naturalista y literato del Japón moderno: Terada Torahiko (1878-1935), que en sus ensayos expuso lo siguiente: “En primer lugar, cuanto más avanza una civilización, más catastróficos son los efectos de las violentas fuerzas de la naturaleza. En segundo lugar, las proporciones de la amenaza que representan para Japón los terremotos, los tsunamis o los tifones superan ampliamente a las de los desastres que sufren los países occidentales. En tercer lugar, a lo largo de una larga serie de experiencias de hechos semejantes, ha nacido en Japón una actitud de no enfrentamiento con la naturaleza, de bajar dócilmente la cabeza y de vivir aprendiendo continuamente de ella”[6].

A partir de estos postulados, vuelvo a recordar la frase que leí en el artículo “Tragedia en Ishikawa: un padre pierde a su familia completa en el terremoto” de International Press Japan: “Conmovido por el dolor, pero resuelto a honrar la memoria de su familia, Teramoto declaró su firme resolución de no rendirse, de vivir en honor a sus seres queridos y de continuar luchando a pesar de la inmensa pérdida. En sus palabras, resonaba el eco de un amor familiar profundo y la fuerza para enfrentar los días venideros”[7]. Lo dicho por Teramoto san se puede relacionar con  el tercer punto citado del párrafo anterior, cuando dice que se debe adoptar una actitud de no enfrentamiento, de bajar la cabeza y vivir aprendiendo. Creo que el Teramoto san adoptó esa actitud más allá del profundo dolor cuando expresó estas palabras, además de que viviría en honor y por el recuerdo de su familia.

Siguiendo lo que se detalla en el artículo en japonés citado al pie del presente, Teramoto san dijo: “Estaba seguro que Kyoya en marzo de este año le daría la bienvenida a la mayoría de edad. El Sr. Teramoto, reveló mortificado: «Estaba esperando la ceremonia de la mayoría de edad. También tenía preparada su vestimenta, es lamentable». Todos los cadáveres fueron empujados por los sedimentos (tierra y arena), dijo que la cara estaba oprimida: «Mi hija estaba dislocada, con la mano dirigida hacia el lado contrario. Un instante escalofriante», hablo mientras lloraba”[8].

El terremoto se llevó la familia de Teramoto san y él no pudo hacer nada contra la naturaleza. Su realidad cambió y le mostro la no permanencia  del universo. Entiendo y comparto el dolor que él siente, por eso quise escribir estas palabras: ¡Teramoto san, ganbatte kudasai!

 

📝Nota: M. Florencia Zaia

 

[1] Yamaori Tetsuo, “Tres enfoques sobre la visión japonesa de la vida y la muerte”, en Nippon.com –Una ventana a Japón-, en español cuyo link es: https://www.nippon.com/es/in-depth/a02903/

[2] En Yamaori Tetsuo, “Tres enfoques sobre la visión japonesa de la vida y la muerte”, en Nippon.com –Una ventana a Japón-, en español cuyo link es: https://www.nippon.com/es/in-depth/a02903/

[3] https://internationalpress.jp/2024/01/09/tragedia-en-ishikawa-un-padre-pierde-a-su-familia-completa-en-el-terremoto/

[4] En https://www.hokkoku.co.jp/articles/-/1283729

[5] Traducción e interpretación de una amateur, es decir, quién escribe el presente artículo. Se puede leer textual en el original en japonés, cuyo link figura en 4.

[6] En Yamaori Tetsuo, “Tres enfoques sobre la visión japonesa de la vida y la muerte”, en Nippon.com –Una ventana a Japón-, en español cuyo link es: https://www.nippon.com/es/in-depth/a02903/

[7] En https://internationalpress.jp/2024/01/09/tragedia-en-ishikawa-un-padre-pierde-a-su-familia-completa-en-el-terremoto/

[8] Traducción e interpretación de una amateur, es decir, quién escribe el presente artículo. Se puede leer textual en el original en japonés, cuyo link figura en 4.

 

María Florencia Zaia: Nació en Luján, pcia. de Buenos Aires en 1976. Es Licenciada en Relaciones Internacionales. En sus comienzos (2006), se vinculó con Japón por trabajo y estudio. Colaboró con el diario “La Plata Hochi”. Estudió japonés por muchos años en el Instituto Privado Argentino-Japonés Nichia Gakuin. Siempre tuvo interés por la cultura japonesa y sus valores virtuosos (Bushido). Gusta de su literatura, algunos de sus autores predilectos son Natsume Soseki y Yoko Ogawa.

Acerca de victoria nakazato


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