Un recurso natural por explorar
Dentro del marco de la preocupación por el agotamiento de los combustibles fósiles o la crisis alimentaria que se produciría por una explosión poblacional, la atención está puesta en la investigación sobre los usos y beneficios de algas acuáticas.
Viven en lagos o a las orillas del mar, algunas de ellas tienen la capacidad de reproducirse muy fácilmente y son ricas en nutrientes; hay otras variedades que producen una sustancia oleosa similar al aceite de petróleo. Son las algas acuáticas, cuya producción por área cultivada rinde varias veces más que las plantas terrestres y además, las variedades fotosintéticas pueden colaborar en gran medida a contrarrestar el efecto invernadero.
Japón tiene una larga tradición con el cultivo de algas, en especial, como alimento ya que es fundamental en la gastronomía nipona, recordemos tan sólo el ”nori” para el sushi o el “konbu” para el caldo dashi.
Y desde hace un tiempo ya, son el centro de la investigación de varias compañías japonesas e institutos que pretenden desarrollar las algas como un recurso natural mejor aprovechado.
¿La Spirulina, el alimento del futuro?
En 1981 un grupo de compañías químicas japonesas comenzaron a cultivar la microalga «Spirulina» en los desiertos de California donde el sol cae fuerte y constante. Luego, en 1997, instalaron plantaciones en la isla de Hainan, China; entre ambas hoy producen 850 toneladas anuales de algas comestibles, con lo que este conglomerado se ha convertido en el mayor proveedor de Spirulina del mundo.
Ésta se usa como pigmento natural en golosinas y helados, también es un complemento dietario y se espera que pueda ser el alimento del futuro ya que contiene más de 50 nutrientes entre vitaminas, minerales, ácidos grasos omega 3 y 6 y aminoácidos*.
Al mismo tiempo, se sabe que esta alga apareció hace más de 3.000 millones de años y fue la que produjo las primeras moléculas de oxígeno cuando la Tierra se estaba formando. Es tanto su potencial de fotosíntesis que la Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón la introdujo en el sistema de purificación del aire para la estación espacial.
Algas productoras de biocombustibles
Otra variedad que está llamando la atención de los investigadores es la microalga Euglena que tiene la particularidad de producir una sustancia aceitosa de cuyo procesamiento puede obtenerse un combustible muy liviano y de alto grado muy similar al utilizado para los aviones.
En 2005, una compañía “bio-venture” de la Universidad de Tokyo logró, por primera vez, el cultivo al aire libre en gran escala de la Euglena y actualmente la promociona como un suplemento dietario compuesto por 59 nutrientes, mientras que para el 2018 esperan desarrollar y comercializar el combustible para aeronaves.
Hay también un proyecto innovador de cooperación entre la ciudad de Sendai y las universidades de Tsukuba y Tohoku, que involucra el sistema de tratamiento de aguas residuales y las algas para producir combustible que se utilizaría en las mismas plantas de tratamiento, completando un ciclo de reciclaje inédito hasta ahora.
En 2015 se instalará una planta piloto donde un alga heterotrófica como el Aurantiochytrium se nutrirá de las materias orgánicas de los residuos cloacales para convertirlos en aceites que pueden refinarse para obtener luego biocombustibles líquidos. También se considera a la variedad Botryococcus braunii que utilizaría el nitrógeno inorgánico y los fosfatos de las aguas residuales para convertirlos por fotosíntesis en aceites.
El mayor desafío en el caso de los biocombustibles es la reducción de los costos de producción, por eso, los investigadores japoneses también ponen sus esfuerzos en mejorar las cepas de las algas para que se reproduzcan más rápido y sean más resistentes a las bacterias. Como la cepa «Enomoto algae» –desarrollada por la Universidad de Kobe- que llega a multiplicarse 1000 veces más rápido que la variedad tradicional de la que proviene, el mencionado Botryococcus braunii.